La hora del Gran Combate, tantas veces postergada, se aproxima. Tictac, tictac, tictac. Ya no hay vuelta atrás. El acto de hoy en Madrid ha sido la pieza hasta ahora más valiosa del meticuloso ‘atrezzo’ que el equipo de estrategia de Susana Díaz viene armando parsimoniosamente desde hace meses para que todo esté a punto el día, aún por determinar, de ese Gran Estreno que será la presentación de su candidatura a las primarias socialistas.

El Día D y la Hora H del desembarco de Díaz ya están consignados en el cronograma bélico andaluz, pero se mantienen en el más absoluto secreto, un poco como el desembarco aliado del 44 en las costas francesas: todo el mundo sabía que tendría lugar, pero nadie conocía su fecha y lugar exactos.

El nombre que falta

Si el convulso proceso interno del PSOE fuera una película, los espectadores se mirarían unos a otros desconcertados al comprobar con desasosiego que el nombre de la protagonista principal de la historia que ya llevaban viendo un buen rato no había aparecido en los créditos iniciales.

El público de primarias ya ha leído en pantalla los nombres estelares de Pedro Sánchez y Patxi López, pero no el de Susana Díaz. ¿Astucia comercial? ¿Truco mercadotécnico ¿Necesidades de guion? Un poco de todo.

Dos opiniones informadas

Un alto cargo del Gobierno andaluz: “Susana renunciaría a presentarse a las primarias solo en el caso de que alguien le pusiera encima de la mesa una encuesta o un informe que pronosticara su derrota segura”.

Una persona del entorno de la presidenta: “Eso es cierto pero solo a medias: la posibilidad de un pronóstico como ese es absolutamente remota. La suerte está echada: Susana será candidata y ganará, lo que no sabemos es por cuánto”. “¿Por cuánto? Difícilmente por encima del 50 por ciento”, augura cauteloso un tercero.

Los dos párrafos anteriores son el resumen de conversaciones mantenidas esta semana con personas bien informadas del Partido Socialista y de la Junta de Andalucía. Eso sí: la expresión ‘bien informadas’ conviene tomarla con muchas precauciones en el actual contexto orgánico socialista, pues quienes saben no hablan y quienes hablan quizá sepan algo pero no dicen mucho.

Vértigo en los segundos niveles

Sí es un hecho, sin embargo, que un escalofrío de vértigo recorre el espinazo de los segundos niveles de altos cargos del Gobierno andaluz. Esos niveles conforman el grueso de unos nombramientos que quedarían en el limbo no administrativo pero sí político en el momento mismo en que Díaz fuera elegida –si lo fuera– secretaria general y comenzaran a activarse los engranajes de la sucesión.

Si muchas de esas personas pudieran ser sinceras, que no pueden, le aconsejarían a la presidenta que imitara a Bartelby el escribiente y su célebre “Preferiría no hacerlo’. Pues bien: que pierdan toda esperanza. El acto de este sábado certifica que lo hará.

Quemar las naves

La secuencia filmada hoy en Madrid, con Susana Díaz como estrella invitada, ha operado como esos resortes narrativos que hacen avanzar vertiginosamente una trama estancada. Tictac, tictac, tictac. Ciertamente, el nombre de la artista todavía no está en los créditos oficiales, pero la película no se entiende sin ella. Y menos aún que se entendería si –Santa Susana para unos y la Mala Díaz para otros– ella desapareciera súbitamente de la trama sin dar explicaciones. El público jamás se lo perdonaría.

Y es que, después del mitin municipalista de Madrid, la idea misma de una espantada resulta inverosímil: este sábado en el Pabellón de la ONCE se han quemado las últimas naves, si es que quedaba alguna, de regreso a Sevilla.