Lío total en las izquierdas y quietud absoluta en las derechas. Los congresos de Ciudadanos y el PP son un paseo desde donde sus dirigentes contemplan plácidamente el atardecer de las ideologías y los congresos del Partido Socialista y de Podemos son un infierno de emboscadas, una tormenta de puñales. Los cónclaves de la derecha son una comedia de Pemán y los de la izquierda son una tragedia de Shakespeare. Aventuremos algunas respuestas de por qué sucede tal cosa.

Y en eso llegó Trump

La derecha tiene buenos motivos para no desgarrarse en debates internos: ¿para qué hacerlo, si la evolución de las cosas le da la razón? Los suyos van ganando, se acabó el Todo Gratis, la realidad ha puesto –¡ya era hora!– a cada uno en su sitio, a los pobres con los pobres y a los ricos con los ricos, a los negros con los negros y a los bancos con los blancos, que diría Donald Trump.

Pero es que Trump no es una derecha de excepción: es más bien una derecha depurada, sin trabas, sin complejos, sin virtudes, una derecha llevada a sus últimas consecuencias. Si a ese tipo le salen las cosas bien, en cuatro días lo más granado de la derecha mundial seguirá sus pasos.

Con Trump estamos ante una derecha que ya no tiene necesidad de practicar la antigua hipocresía que el clásico describió como el homenaje que el vicio rendía a la virtud. El presidente norteamericano no es un hipócrita: puede concurrir a las elecciones exhibiendo todos sus vicios y aun así ganar, de ahí que los reproches que la derecha convencional le viene haciendo sean de orden estético más que propiamente moral.

Mi nombre es Impotencia

La izquierda, por su parte, tiene un buen motivo para desgarrarse internamente: el nombre de ese motivo es Impotencia, hilo común que recorre las crisis de Podemos y del PSOE, y en el fondo las de todos los partidos socialdemócratas europeos.

La izquierda es impotente para cumplir su compromiso histórico de atar en corto a las minorías privilegiadas y ofrecer igualdad, dignidad y prosperidad a las grandes mayorías: sus votantes perciben esa impotencia y o bien a otro sitio o bien directamente se quedan en casa.

¿Socialdemócratas nosotros?

¿Pero acaso Podemos es socialdemócrata? ¡Pues claro que lo es, lo que pasa es que todavía no lo sabe! ¿Igual de socialdemócrata que el PSOE? No exactamente. El grueso de los votantes morados quieren una socialdemocracia más intuitiva, descarada y callejera que la del PSOE, pero sobre todo: quieren una socialdemocracia más eficaz. Y si no más eficaz, que al menos meta un poco de miedo.

Podemos será socialdemócrata o no será, pues solo siendo socialdemócrata puede aspirar a gobernar. Si decide ser otra cosa corre el riesgo de quedar relegado a la irrelevancia: eso es lo que está en juego en Vistalegre II.

La cólera en directo

En apariencia, hay una pelea ferozmente personalista entre Susana Díaz y Pedro Sánchez y entre Íñigo Errejón y Pablo Iglesias que está desangrando al Partido Socialista y a Podemos, pero esa es la parte menos significativa y relevante de lo que ocurre realmente.

Ese combate personalizado y a cara de perro es únicamente lo que reflejan los medios, y no por maldad o por voluntad de manipulación, sino porque es casi lo único que pueden reflejar: recordemos que los duelos personales y preferiblemente coléricos atraen al público mientras que el contraste parco y sereno de ideas lo espanta.

¿Pedro o Susana? ¿Íñigo o Pablo?

¿Quién es mejor? ¿Pedro o Susana? ¿ Pablo o Íñigo? En el fondo, da igual quién de ellos sea mejor. En fin, maticemos: no da igual a efectos orgánicos, pero sí a efectos políticos. No da igual a efectos de política, pero sí a efectos de Política.

Para el PSOE sería desastroso una victoria de Pedro Sánchez, tanto como lo sería para Podemos una de Íñigo Errejón. La formación morada necesita un líder como Errejón… pero no ahora: aunque quizás mañana pueda ser demasiado tarde, es seguro que ahora es demasiado pronto. Podemos necesita pasar por la etapa de Iglesias para convencerse de que su hombre es Errejón.

Lo que ocurre en el PSOE es menos sutil pero también más complicado. Susana Díaz es mejor solución orgánica que Sánchez pero, para convencer a los militantes de que lo es, antes tendría que demostrar que es mejor solución Política, y tal demostración es, por definición, imposible.

Hollande, Corbyn ‘et altri’

En todo caso, a las masas que aspiran a aquella igualdad, dignidad y prosperidad que la socialdemocracia fue capaz de proveer en otro tiempo puede que les dé bastante igual quién venza en un congreso o en otro: en la socialdemocracia francesa venció el moderado Hollande y han ido al desastre; en la socialdemocracia británica venció el radical Corbyn y están yendo al desastre.

Los congresos de la izquierda –aquí y en toda Europa– son buenos como teatro pero malos como herramienta: interesantes para dar espectáculo, pero inútiles para combatir La Impotencia.