Cuando se cierra el capítulo de lo que a mí me gusta llamar, con intención laica si no atea, las Fiestas de Invierno, se nos echa encima una cascada de asuntos que aguardaban pospuestos en las redacciones informativas pugnando por reaparecer desde la semana del acueducto constitucional y ahora consiguen de nuevo la atención de los titulares. El tema estrella es sobre todos el relevo de gobierno en la Casa Blanca que esta semana reactivó el interés con la rueda de prensa que por fin concedió un desganado Donald Trump, que no Duck, a una semana de su ascensión a los cielos donde volvió a sus temas y modos favoritos sin variación alguna con la poca educación de siempre: la muralla mexicana a costa de México; el desmontaje de la reforma sanitaria de Obama, las interferencias rusas en la política de la Casa Blanca, etc. etc.

En el terreno europeo, siguen de actualidad la paranoia antiterrorista islamista, el brexit británico y sus implicaciones económicas y políticas; el sufrimiento de los refugiados y la generosidad hispana movilizando a través de una ONG cántabra la recogida de calzado para llenar  un tren y mitigar el frío invernal; los avatares de la guerra contra el DAES y el lentísimo acomodo de los cupos de adopción de asilo. Y luego, tanto en España como en Hispano-américa, destaca el asunto de los niños robados en los hospitales españoles sobre todo durante el franquismo, por haber tenido los familiares afectados que irse a denunciar ante una juez argentina; la repercusión de los premios FIFA en la liga de Fútbol Profesional con el triunfo de Cristiano Ronaldo sobre Messi y la eliminación del Athletic Club de Bilbao por el Barça en la Copa del Rey a pesar de la mucha leña que repartieron los vascos y el paso a los cuartos de final. En fin, excepto el asunto de las adopciones trucadas en los hospitales maternales, los más tópicos por estas fechas todos los años, además de la actualidad en Granada de la olla de San Antón y las soflamas incendiarias de Spirimán de cara a la nueva manifestación contra la política sanitaria de Susana Díaz y la Junta de Andalucía prevista para hoy domingo con la intención de quebrar las previsiones del Gobierno Andaluz por la fuerza de una pinza novedosa, pero no tanto, formada entre el Partido Popular de Andalucía y Unidos Podemos, rememorando tiempos antiguos y peores mientras sigue goteando la ristra de condenas judiciales a altos cargos del PP, como ahora que acaba de ser condenado a un año de prisión y ciento cincuenta mil euros de multa el ex presidente de la Generalitat y de Bancaja por falsificar y cobrar una factura de honorarios por trabajos no realizados.

Además está el caso de la toma de posesión del nuevo subdelegado en Granada del Gobierno Central y sus previsiones para la entrada del Ave chico en la capital y el posterior estudio y planificación (A buenas horas dijo el rey “¡gachas!”) del soterramiento y las consiguientes repercusiones de la aparición de los umbrales de una esperada epidemia de gripe con las consiguientes repercusiones negativas sobre nuestro ya de por sí tambaleante sistema sanitario, con lo que está cayendo, que se parece a una situación similar a un dicho popular que cuando yo era pequeño solía decirse en mi casa a propósito de un apuro urgente: si vieras tu casa arder, y en tu culo un avispero y a tu mujer con un fraile¿a quién acudías primero? Pues eso, que andamos como tres por dos calles y no sabemos cómo salir de esta. Y solo nos falta vérnoslas venir para saber cómo encontrar la salida para componer la figura, sacar pecho y aligerar el paso como si nada, como hizo aquel soldado bravucón en el final del famoso soneto cervantino dedicado Al Túmulo de Felipe II: Caló el manteo, requirió la espada, / miró al soslayo, fuese y no hubo nada.

Luego solo falta el acabóse con las maniobras de Federico Trillo por minimizar su inexcusable cese por parte de un Rajoy atragantado por el trágala al que lo somete solo de vez en cuando la oposición que, por lo poco que dura el pan en la casa del pobre, ya tiene que empezar a inventarse otro lance reivindicativo para que la gente no se olvide de que existe y de que se quiere, como dice el eslogan de las rebajas de invierno de El Corte Inglés: QUIÉRETEME, porque si no te quieres tú, no te querrá nadie.