No están de acuerdo en todo, pero sí en lo principal: en que Susana Díaz es la mejor opción de liderazgo del Partido Socialista para salir del pozo político, orgánico y electoral donde –están convencidos– lo ha metido Pedro Sánchez, defenestrado hace ahora dos meses pero en quien el presidente valenciano y la presidenta andaluza habían dejado de confiar mucho antes de las fatídicas elecciones del 2015.

La presidenta de la Junta, Susana Díaz, y el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, coincidieron anoche en Madrid en el acto de presentación de la digitalización del legado de Miguel Hernández, que patrocina la Diputación de Jaén y cuyo presidente, Francisco Reyes, es a su vez una de las piezas claves de la fortaleza y la estabilidad orgánica de Díaz en el socialismo andaluz.

Una ovación cerrada

Más de 200 personas se habían dado cita en el Círculo de Bellas Artes, donde una cerrada ovación recibía a la presidenta andaluza. Los fieles del ex secretario general Tomás Gómez, destituido por Pedro Sánchez, todavía tienen fuerza suficiente en la capital para arropar a los suyos en actos como el de ayer.

Y Susana Díaz es de los suyos: no en vano en su día se opuso a la fulminante decapitación de Gómez por parte de Sánchez y no en vano aquella decisión de Ferraz abrió una brecha entre Madrid y Sevilla que nunca volvería a cerrarse, sino más bien todo lo contrario. Entre los asistentes, el que fuera candidato a la Alcaldía madrileña, Antonio Miguel Carmona, el portavoz del PSOE-M en la Asamblea de Madrid, Ángel Gabilondo, la vicepresidenta segunda del Congreso, Micaela Navarro, o el portavoz de la gestora, Mario Jiménez.


Pero, descontadas las de Extremadura y Castilla-La Mancha, la alianza estratégicamente más relevante de Susana Díaz en su camino hacia Ferraz es la del presidente valenciano, fortalecido por haber logrado tener un Gobierno en paz pese a los malos augurios de quienes no confiaban en la capacidad de entendimiento del PSPV con Compromís. Puig no tiene en torno a su figura la unanimidad orgánica de que sí disfruta Susana Díaz, pero su Presidencia tranquila le está permitiendo recuperar posiciones y afianzar su liderazgo.

La cuestión catalana

La importancia de la alianza de Díaz con Puig va más allá de lo puramente orgánico, en consonancia con el tamaño de la organización socialista valenciana. El exalcalde de Morella es la puerta de entrada de Susana Díaz en el complicado territorio catalanoparlante. A fin de cuentas, Puig es un valenciano del norte con una comprensión de la cuestión catalana mucho más pulida y matizada que la que se atribuye a Díaz. A Puig le gustaría escuchar en Susana Díaz un discurso territorial más nítidamente federalista, pero también querría ver en sus compañeros del PSC planteamientos que no los siguieran alejando, como ha sucedido hasta ahora, de la matriz socialista.

El propio Puig está obligado a guardar un equilibrio nada fácil entre las sensibilidades ‘catalanista’ y ‘españolista’ –en otros términos: federalista y centralista– que anidan en el PSPV. Y por si esa necesidad de equilibrio interno no fuera suficiente, Puig tiene que guardarlo también con sus socios institucionales de Compromís/Podemos, a su vez enemigos mortales en Andalucía de su socia orgánica Susana Díaz. Aquello de ‘los enemigos de mis amigos con mis enemigos’ funciona hacia dentro del partido pero no hacia fuera.