Son tres hasta el momento, porque alguno más está buscando negociar su futuro con la Fiscalía Anticorrupción. El propio capo di capi, Francisco Correa, está entre quienes quieren cantar, pero su oferta no ha convencido por ahora ni a Fiscalía ni a acusaciones. Por lo tanto, de momento los arrepentidos aceptados son estos tres: Jacobo Gordon, Alfonso García-Pozuelo y Roberto Fernández. Tres hombres, tres campos de actuación básica para la Gürtel, porque representan en su conjunto bastante bien el modus operandi de la trama.

El blanqueador con contactos

Empecemos por Gordon. Y por su biografía, que seguramente no es un dato irrelevante en la historia. Jacobo Gordon es amigo desde el colegio (compañero de pupitre de hecho) de Alejandro Agag. A su vez, dato relevante, esposo de Ana Aznar Botella. Una amistad que se profundizó con el paso del tiempo y dio lugar a proyectos empresariales comunes (desde un centro de paintball a una asesora en compraventa de fincas), como hemos contado en ELPLURAL.COM en alguna ocasión

Con el tiempo y las diferentes opciones que a cada uno de ellos les fueron ofreciendo sus biografías (bodas incluidas), Agag fue especializándose en contactos internacionales. Jacobo Gordon en empresario especialista en montar redes de empresas en las que entraba dinero oscuro por un lado y salía limpio por otro. Y así acabó en manos de Correa y su organización. En una declaración ante el juez Pablo Ruz, Gordon dio idea de lo fructífero de estas operaciones para ambos: reconoció que había recibido por solo una operación urbanística en La Nucia, localidad alicantina, 238.000 euros. Por sus delitos, la fiscalía pide para él 10 años de cárcel.

Si quiere, él puede contar mucho de cómo la trama movía y blanqueaba el dinero. Un hecho fundamental, porque al final, como en el caso de Al Capone, los delitos fiscales pueden sumar la mayor parte de los años de condena que caigan a los miembros de la banda.

El empresario que paga

Otro de los arrepentidos es el constructor García-Pozuelo. Dueño de la Constructora Hispánica, se vio favorecido en uno de los principales epicentros madrileños de la Gürtel, la localidad de Boadilla del Monte. Arrinconado por la justicia, y ante la amenaza de pasar años en la cárcel, fue el primero que llegó a un acuerdo con la fiscalía.

A través de un escrito de su defensa, García-Pozuelo firmó un escrito preparado por su defensa y entregado a Anticorrupción en el que se podía leer que “los hechos narrados en el escrito de acusación del Ministerio Público SON CIERTOS”. Y esos hechos ciertos son que sus empresas “fueron favorecidas con contrataciones” a dedo por parte de la Empresa Municipal del suelo y la Vivienda de Boadilla. Naturalmente, al no haber concurso público, sino hacerse la concesión a dedo, el ayuntamiento percibió una oferta peor de la que podría haber obtenido y las plusvalías que se repartieron, mayores.

Este empresario puede dar ideas sobre cómo funcionaba el entramado Ayuntamientos PP-trama Gürtel-constructores y reforzar las pruebas que ha acumulado la Fiscalía.

El funcionario que arreglaba los papeles

La tercera pata en la trama, fundamental, claro, era la de la cooperación de los Ayuntamientos que colaboraban con Francisco Correa. Y para esa cooperación no sólo eran necesarios los alcaldes, sino también concejales y otros funcionarios. El tercer arrepentido es Roberto Fernández, el que fuera mano derecha de Jesús Sepúlveda como concejal de Hacienda de Pozuelo, otro de los pueblos vitales en el negocio de la trama.

Fernández se enfrenta a tres años y tres meses de prisión y casi 10 años de inhabilitación, acusado de fraude, malversación y prevaricación. Porque él fue quien preparaba el camino para que los contratos del ayuntamiento acabaran en manos de las empresas que Correa deseaba. Incluso para que se trocearan los contratos y se evitaran salir a concurso público.

Tenemos así, un funcionario público que daba las concesiones, un empresario que pagaba por beneficiarse y un blanqueador del dinero que la trama obtenía en comisiones por las operaciones.

Los tres arrepentidos tienen sólo un camino para favorecerse del acuerdo con la Fiscalía. Contar todo. Todo lo que sepan. Y quizás nada resulte novedoso sobre lo que ya se ha descubierto en la investigación sumarial. Pero su testimonio añade verosimilitud a todo lo que haya pasado no sólo en los negocios que ellos protagonizaron. Sino también al resto de corruptelas, porque la trama tenía una misma forma de operar que iba trasladando haya donde ponía su pata.