Puede parecer una trivialidad el argumento de Elle si se lee la sipnosis sobre su historia. Una trama inspirada asimismo en la novela de Philippe Djan y que protagoniza la directora de una empresa de videojuegos, una mujer calculadora, fría y déspota, tanto en el ámbito profesional como en el personal. Además es una mujer divorciada y con oscuro pasado que vive en un barrio burgués de Paris y madre de un veinteañero que se deja manejar por una novia dominante a la que ha dejado embarazada. Hasta que un buen día es violada en su propia casa por un asaltante enmascarado. Un hecho que no denuncia porque en realidad ella ha decidido descubrir por sí misma la identidad de su agresor.

No se ha desvelado ningún detalle relevante de la historia y lo que se ha contado ocupa tan solo el principio de la película. Como quizá a más de uno le parecerá familiar su argumento, e incluso se aventurará a predecir su desenlace. Sin embargo, Elle es un film mucho más complejo y sorprendente de lo que en apariencia parece ser. No solo por la propia idiosincrasia de su personajes, sino en la concepción misma de la trama que cumple las reglas del juego de un género como el thriller porque si bien en un momento dado se desvela el rostro del asaltante, por otro el septuagenario cineasta le da una vuelta de tuerca a la trama a partir de esos instantes llevándola por otros derroteros. Porque Elle es algo más que un thriller psicológico.

Si Roman Polanski puso de relieve en La semilla del diablo (1969) que el terror también podía residir en la cotidianeidad, Paul Verhoeven muestra los juegos maquiavélicos de unos seres también en durante su vida cotidiana. Unos seres "enmascarados" como el citado asaltante, aunque dicha máscara sea la falsa apariencia del lujo que les proporciona su elevado estatus social. Porque en realidad el cineasta holandés concibe una cruda radiografía sobre los entresijos del ser humano, sobre sus anhelos, sus miserias y sus perversiones, a la vez que es una soterrada critica sobre aspectos tan humanos como la hipocresía o el cinismo.

Un fresco que Verhoeven articula a través del uso de giros argumentales, la creación de una atmósfera que en ocasiones adquiere un aire perturbador y la concepción de una puesta en escena que posee la sencillez e incluso ese espíritu tan característico del cine francés, más allá de que sea una producción de aquel país.

Elle es un film inquietante, sugerente, que se sustenta en una Isabelle Huppert en estado de gracia al concebir un personaje enigmático, astuto, tortuoso, pérfido, cauteloso, sagaz, que puede provocar atracción y rechazo a partes iguales. Un film del que se hace imposible trazar una aproximación a través de las palabras porque Elle es, en realidad, una experiencia hipnótica.