Alfredo Pérez Rubalcaba pasó a ser el sucesor de José Luís Rodríguez Zapatero al frente del PSOE. Éste había aparecido de pronto, pero acabó muriendo ahogado por las oleadas imparables de la crisis.

ZP, sin embargo, venció a Mariano Rajoy pocos días después de la bestial matanza yihadista del 11 de marzo de 2004 en Madrid. La mayor victoria de Zapatero se concretó en marzo de 2008. El PSOE rozó la mayoría absoluta y desde entonces el socialismo no ha tocado pelota. Mientras, fue el Partido Popular el que entró de lleno en batallas internas y externas, que pretendían hundir a Mariano Rajoy.

José María Aznar, que había puesto toda su confianza en su nombrado sucesor, comenzó a fastidiarlo, incluso rozando el maltrato verbal. En la actualidad, se ha evaporado. Ha desaparecido. O tal vez, sucede que prefiere esconderse.

La sombra de González ha acabado funcionado, como se ha comprobado, al acusar al actual secretario general de haberle engañado

Desde aquella victoria amplia de ZP en marzo de 2008 hasta hoy, las elecciones generales han ido de mal en peor para EL PSOE. No ha conseguido ganar ninguna, sin olvidar los fracasos del domingo pasado en Euskadi y en Galicia.

No olvidemos que Zapatero, bastante joven, surgió inesperadamente aun siendo un don nadie frente al poderoso aparato del partido. Los veteranos decían siempre pestes de él; que era una barbaridad que un chico como ése gobernara España.

En la actualidad, el PSOE ha ido salvándose hasta ayer. La sombra de González ha acabado funcionado, como se ha comprobado, al acusar al actual secretario general de haberle engañado.

Los más críticos de la dirección socialista han decidido no esperar ni un día más y ayer presentaron su dimisión dejando al desnudo a Sánchez.

Es una vergüenza contra quien está dejandose la piel para que el PSOE vuelva a ser lo que fue, sin contaminarse con el Partido Popular, sea tratado ahora como si fuera un desalmado.