¿Por qué pone usted la minería en este análisis si eso ya lo sabe todo el mundo? Pues precisamente por eso: me gustaría que todos supiéramos que el futuro de la prensa escrita y de la banca tradicional es tan negra como la de la minería del carbón.

La minería del carbón está en medio mundo en el sector “caridad estatal”: financiación de una muerte asistida.

La prensa escrita desaparece poco a poco, prácticamente al ritmo que se suceden las generaciones. Pero es verdad que la prensa digital no termina de encontrar su espacio y hace algunos equilibrios y tiene algunas actitudes que nada tienen que ver con la prensa escrita tradicional independiente, ética y estética. Se ha contagiado (en parte) de la idea de que el mundo de internet es un espacio donde reina la impunidad.

Tengo toda la esperanza puesta en que, poco a poco, la prensa digital será tan cuidadosa con su independencia y su escala de valores como ha sido la prensa escrita durante mucho tiempo.

Quizás el sector que menos se comenta que está en crisis es el bancario. Tiene cierta lógica: su poder es todavía enorme y cualquier comentario sobre empresas concretas de este mundo puede costar disgustos al comentarista.

Pero está en crisis.

¿Son necesarios locales presenciales o puede ser todo atendido en un escenario virtual? ¿Hay que conseguir dinero físico en locales concretos o se puede conseguir en cualquier caja que lo tenga? ¿Es la tarjeta de crédito algo que tendrá larga vida o la red de comunicaciones puede sustituirla?

Y más y más preguntas que nadie se hace de forma ruidosa para no complicar un sector demasiado importante para ponerlo en cuestión. Pero está en cuestión, con poco ruido, pero está en cuestión.

La prensa y la banca se tienen que reinventar. La prensa ya se ha puesto manos a la obra de forma decidida. La banca se ha puesto manos a la obra con enorme pereza.

Si yo fuera presidente de una empresa periodística aceleraría el paso al mundo digital. Si yo fuera presidente de un banco potenciaría el conocimiento tecnológico en mis directivos y les mandaría a la calle para escuchar cómo quiere comunicarse económicamente la gente joven y las ideas que por ahí se manejan. Y luego las adoptaría con decisión.

Entiendo que la banca tiene miedo al riesgo, pero el riesgo hoy es no entender un mundo cambiante en lo tecnológico y lo social. Un banquero sin futuro es el que no entiende y no responde a todo esto que pasa.