La localidad de Buñol celebra otro año más el tradicional e internacional festejo de la tomatina. Esta ocasión se destinarán 160.000 kilos de tomates, superando en 10.000 tomates la cantidad dedicada en 2015. Además posee una clara reivindicación: la tomatina luchará contra la violencia machista y homófoba. 

En el día principal del festejo popular, la localidad sumará un 10% más de agentes y casi un millar de personas, entre ellos 200 voluntarios, para mantener la seguridad de los participantes y el discurrir de una guerra de tomates que lleva varios años sensibilizada con este problema social.

La Tomatina fue declarada como Interés Turístico Internacional en 2002, la cual rememora la trifulca con estos vegetales protagonizada por unos jóvenes el último miércoles de agosto de 1945 en un desfile de gigantes y cabezudos.

Protocolo de actuación 

Rafael Pérez, alcalde de Buñol, ha explicado que el consistorio en su campaña contra la violencia de género y la homofobia, ha añadido un protocolo de actuación en el que la Policía Local y los voluntarios vigilarán con “especial celo” cualquier comportamiento que se perciba de este tipo, para así llevar a cabo una postura de “tolerancia cero”.  Con ello el alcalde ha explicado que la localidad pone "su granito de arena" en esta lucha en la que empezaron a profundizar hace dos años con campañas de sensibilización.

La campaña se ha desarrollado durante quince días en redes sociales y con el reparto de octavillas y carteles y un sello de "stop violencia de género" en las camisetas. También se añade la financiación de una casa tutelada para 25 mujeres en la India. 

Desde el año pasado, por parte del consistorio se han desarrollado campañas de sensibilización en contra de la violencia machista y homófoba, que deja más de 60 muertes anuales por violencia machista en nuestro país.

El alcalde declaró que quieren “dejar patente que este problema es cosa de todos, que debe invertirse más y mejor por parte de las administraciones públicas en erradicar esta situación en diferentes frentes”, a lo que añadía: “Aunque en nuestra fiesta ninguna ha pasado nada, queremos utilizarla para sensibilizar a la población y conseguir un mayor civismo en este tipo de festejos y en nuestra sociedad en general”. 

Requisitos y desarrollo 

La vestimenta ha de ser vieja. Normalmente las personas llevan las cabezas cubiertas con gorros y los ojos protegidos con gafas de bucear para comenzar con la batalla campal de los tomates, mientras tanto, siete camiones recorren las calles de Buñol con ensordecedores bocinazos, que anuncian la descarga de la hortaliza.

No es de extrañar que en medio de la aglomeración algunas personas aprovechen para restregarse los tomates con sus amigos y aquellos que deciden nadar en la viscosa salsa que inunda las calles. Después de una hora de batalla, un disparo de pólvora paraliza los lanzamientos para traer la calma a las calles de la localidad. Una vez finalizado el juego es el turno del personal de limpieza y de los voluntarios que dejan las calles del municipio impolutas y sin restos de una fiesta que este año ha reunido a 22.000 personas.