En las grandes escuelas de negocio, sin necesidad de especializarte en Cooperación Internacional (desconozco si en ese ámbito se imparte),  deberían incorporar una asignatura que fuera la gestión de un campo de refugiados. Quizás sería la forma de conseguir que la ciudadanía confiara de verdad en el IBEX35.

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La jornada se inicia cada día a las nueve de la mañana en el Meeting Point (Foto: Pita Sopena/ELPLURAL.COM)

A las 9 de la mañana diariamente hay cita en el Meeting Point. Todos los voluntarios, tanto de ONGs como independientes, veteranos y nuevos, nos juntamos para la asignación de tareas por horas.  La jornada es hasta las 19h. parando para comer a la española, que es la única manera para que el equipo aguante.

Giovanni Fontana es, desde hace unos meses, el coordinador informal de Katsikas. Con un bagaje académico y práctico en cooperación, este italiano de 33 años, con un innato don de gentes, aterrizó en el campo el 14 de abril, gracias a un crowdfunding difundido a través de su blog Distanti Saluti.

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Giovanni Fontana, coordinador informal del campo de refugiados de Katsikas en Grecia. (Foto: P.S.)

Giovanni saluda a los recién llegados (a los que luego hará pacientemente un tour), cuenta las novedades, intercala bromas y consigue que las decenas de variopintas voluntarios encajemos en las diferentes actividades instauradas por las ONGs pequeñas (en tamaño que no en valor, como Olvidados, AIREPANGEALightHouseSoup&Socks), que se coordinan entre ellas con alto respeto y hermandad. 

De hecho, la gestión real del campo depende del Ministerio del Interior. En algunos campos se está ya traspasando a la Municipalidad. Un camión y un par de militares (o depende de la hora, hasta cuatro) sentados perezosamente son su representación. Tal como nos cuenta en inglés tosco y de forma recelosa el jefe, su labor se limita a velar por la seguridad y repartir comida. Cada día, la misma. Escasa y poco apropiada para las costumbres de la población árabe. 

También tienen voz y mando ACNUR y otras organizaciones internacionales, como OXFAM, Médicos del Mundo, Cruz Roja… A ellas solicitan material, financiación para extras, y reportan en cuanto a necesidades las ONGs pequeñas, quienes realmente llevan el pulso y a las que no les queda otra que llegar dónde el Ministerio o las grandes no llegan.

Desde Olvidados, por ejemplo, se coordinan entre otras las tareas de Milky Way, para apoyar la alimentación de lactantes y bebés, o el Baby Food, en el que se complementa la alimentación de niños menores de 3 años con piezas de fruta. Se colabora asimismo en el reparto de pan de pita y bolsas de basura entre las familias.

Así que los voluntarios nos dividimos por los diferentes rincones. Siempre hay alguien que te explica los pasos y, si te quedas sin tarea, acudes al almacén. En Katsikas acaban de inaugurar El Nuevo, donde mientras unos sierran estanterías, otros revisan la infinidad (y a veces inservible) ropa que ha llegado, u ordenan lotes de comida o material higiénico u hospitalario. Ni el departamento de Logística de Amazon sería tan eficaz como lo son los responsables de este espacio.

Reunión semanal de los responsables del campo de Katsikas con los líderes de los refugiados. (Foto: P. S.)

Y como por parte de todos se tiene claro quién es el cliente,  cada lunes se convoca una reunión con los líderes de los refugiados, para tener el feedback de la gestión y conocer sus necesidades. De cada etnia o grupo aparece un representante, más los traductores (refugiados que saben inglés) y las ONGs pequeñas. Nos dejan acceder a la reunión, así que tomamos sitio y escuchamos. Nos sorprende el respeto, la simpatía y la confianza por ambos lados. Cómo colaboran para que todo fluya. Los refugiados piden pero agradecen. Las ONGs ofrecen pero explican los límites.

Aparece uno de los militares. Les pregunta si van a recoger la comida o, como a la hora del desayuno, no van a aparecer, como protesta. Los refugiados se quejan. El militar contesta que sí, que los croissants diarios están malísimos. ¿Y si le ponemos bacon?  Les vacila. Se ríen todos.