La ceremonia de inauguración de los JJOO de Río de Janeiro dejaron entrever el actual descontento que la sociedad de aquel país tiene con su clase política. Algunos ya han calificado el momento de la intervención del presidente interino Michel Temer entre abucheos y silbidos como el "maracanazo olímpico" unas protestas que, aunque no empañaron la fiesta de apertura, sí mostraron al mundo la situación política de Brasil. 
La división que vive, con un mandatario de carácter interino y una presidenta apartada del poder por el Congreso, Dilma Rousseff, se trasladó al estadio de Maracaná y los organizadores de los Juegos tuvieron que ser extremadamente cautelosos para evitar sorpresas que pudieran aguar la celebración.
Temer, presidente interino desde mayo, no fue mencionado al inicio de la ceremonia -como suele ser habitual-, tras una jornada marcada por las protestas en Río y en Sao Paulo y la convocatoria de abucheos en su contra lanzada en las redes sociales por sus detractores, que le acusan de orquestar el "golpe" que derivó en la separación de Rousseff del poder.
Llamativas fueron también las intervenciones de los presidentes del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, y del Comité Organizador, Carlos Arthur Nuzman, evitando en todo momento mencionar a Temer.
"Fora Temer"
"Después de este maravilloso espectáculo, quedan inaugurados los Juegos de la XXXI Olimpiada" señaló Temer como marca la tradición, una proclamación que, sin embargo, fue respondida con un contundente abucheo que sacudió Maracaná con gritos de "Fora Temer". La protesta fue acallada de inmediato por la música y por una batería de fuegos artificiales que permitieron recuperar el tono festivo de una ceremonia inaugural en la que también llamó la atención la escasa representación de dirigentes internacionales. 
Antes de llegar al estadio, Temer se reunió con una treintena de autoridades, entre ellas cerca de 20 jefes de Estado o de Gobierno, que se encuentran en Río para asistir a los Juegos, menos de un tercio del centenar que acudieron a la inauguración de Londres 2012 o Pekín 2008. Aunque en 2009, cuando Río de Janeiro se adjudicó la Olimpiada, Brasil presumió de los "Juegos de Suramérica", sólo los presidentes de Argentina, Mauricio Macri, y de Paraguay, Horacio Cartes, participaron en la reunión de Temer.
'Mayordomo de las películas de terror'
Conocido en círculos políticos como el "mayordomo de las películas de terror" por su aspecto serio y distante, el presidente interino no pudo ocultar su emoción y se le vio incluso con los ojos empañados en los escasos momentos en que su rostro apareció en las pantallas gigantes instaladas en el Maracaná. 
La ceremonia olímpica rindió homenaje a la "gambiarra", el talento de los brasileños para "de la nada hacer lo máximo", según la definición de los organizadores, o la habilidad para la improvisación y la "chapuza", de acuerdo con la acepción más popular. Precisamente, con el mejor estilo "gambiarra", improvisado, se desarrolló el proceso que derivó en la mayor crisis política de la historia reciente del país y que ha colocado a Temer en el poder y a Rousseff al borde de la destitución con una severa crisis económica como telón de fondo.
El sueño de Temer, impensable hace apenas unos meses, ha sido una pesadilla para los "padres" de la aventura olímpica brasileña, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, que logró que Río se adjudicara los Juegos en 2009, y su sucesora, grandes ausentes en la cita de esta pasada noche (hora española). "Estoy triste por no asistir a esa fiesta en vivo y con colores, pero estaré acompañando e hinchando por Brasil", escribió Rousseff en su cuenta de Twitter unas horas antes del acto.
Protestas en el exterior
Antes de que el discurso del Temer se cerrara en medio de abucheos y de que se iniciara la ceremonia de inauguración, en las calles de varias ciudades se desarrollaron difererentes protestas contra la celebración de los JJOO. Las mismas obligaron, incluso, a modificar el recorrido de la antorcha olímpica antes de su llegada al estadio de Maracaná. 
Precisamente en Sao Paulo, la mayor ciudad del país, la policía brasileña detuvo a alrededor de medio centenar de participantes en una de esas marchas contra el acontecimiento deportivo que desde este viernes acoge la nación sudamericana.