El pasado 21 de junio, Juan Miguel Villar Mir, uno de los últimos representantes de la generación de empresarios que surgió justo al final del franquismo, presidente y fundador de la megaempresa OHL, anunció que se iba. Dejaba su imperio. Y como no podía ser menos en un entorno así, anunció a los accionistas que pasaba la corona a su hijo, Juan Miguel Villar Mir. De hecho, para asegurarse la ‘tranquilidad’ en el proceso y despejar el camino, también se hizo público que Josep Piqué, consejero delegado entonces, también salía de la empresa.

Pérdida de un 60% de valor

La reacción de los mercados, que ya tenían en su mira a OHL por sus enormes problemas financieros, y ante las dudas que planteaba el heredero, fue automática y negativa: bajó aquel día un 4%. Desde entonces OHL es un habitual de las noticias económicas, y para su desgracia casi sin excepción por razones negativas.

Este mismo periódico publicaba hace unas horas que Moody’s, la agencia de rating, rebajaba la nota de la compañía de B2 a B3 y con perspectiva negativa. Lógico si se tiene en cuenta que el valor de la empresa en bolsa ha caído nada menos que un 60% en lo que va desde 2016.

En busca de un destino en lo personal

Pero una cosa son las tristezas empresariales, y otra las vanidades personales. Juan Miguel Villar Mir, aunque tiene 84 años, no se ve en casa y sin título. Y desde que pensó en dejar de ser Presidente de OHL comenzó a buscarse un título que poner en su tarjeta. Un título que le diera cierto crédito en medio de la tristeza empresarial que vivía. Y para ello que mejor que pasar a ser presidente de una Fundación de prestigio.

Así, después de contemplar el panorama, Villar Mir había encontrado el puesto que se ajustaba a sus deseos: la presidencia de la Fundación Ortega-Marañón (FOM). Su elección, que había ido madurando, saltó a la luz pública a primeros de julio, por el escándalo que provocó.

El paso había sido bien estudiado. La FOM, que debía más de dos millones de euros, se encontraba en una situación económica desesperada. El millonario se acercó y ofreció salvar la Fundación al presidente y vicepresidente institucional, José Varela Ortega y Gregorio Marañón Bertrán de Lis.

Un empresario contaminado

El anuncio de su desembarco provocó un inmediato terremoto en la dirección de la FOM. El que era el presidente, Eduardo Serra (exsecretario de Estado de Defensa con Felipe González y después ministro de Defensa con Aznar y gran amigo y consejero económico del rey emérito Juan Carlos) presentó su dimisión tras una tensa discusión con los herederos de quienes dan nombre a la Fundación. Como en un juego de bolos, la caída del presidente de la institución se llevó la de otros, contrarios igualmente al desembarco de Villar Mir. Algunos también antiguos ministros como Emilio Lamo de Espinosa o Javier Gómez-Navarro.

El desembarco, sin embargo, según aseguran fuentes oficiales a ELPLURAL.COM, no se ha detenido porque la situación económica de la FOM es económicamente crítica (ya fueron sus deudas las que provocaron que en 2010 se unieran las dos Fundaciones, la Ortega y Gasset y la Gregorio Marañón en un intento de racionalizar gastos e inversiones) y Villar Mir ha llegado dispuesto a pagar una gran dote por el puesto de Presidente: nada menos que 5 millones de euros. Una cantidad que no sólo limpiaría las deudas de la Fundación, sino que le permitiría hacer frente a sus próximos ejercicios con un cierto desahogo.

La compra del título de Presidente Ejecutivo de la Fundación debe formalizarse al regreso del verano, en una nueva reunión del Patronato de la FOM. Entre los que se resisten al desembarco de Villar Mir no pesa poco la relación que en los últimos años ha tenido el accionista mayoritario de OHL con la trama Gürtel. Recordamos que aparecía en los papeles Bárcenas como uno de los grandes donantes de la caja B del PP y su yerno, Javier López Madrid, en la agenda de Francisco Granados, como donante del PP madrileño relacionado con la Operación Púnica.