Cuestión de probabilidades, de percepción o de simple cálculo político y empresarial aprovechando que la mitad de los españoles están intentando desconectar con las vacaciones. Mientras, la otra mitad cuenta los días que le faltan para irse o trabajan todavía más para suplir a los ausentes o cubrir las demandas veraniegas. El caso es que parece que los últimos veranos están abonados a noticias negativas de gran impacto. Ese tipo de acontecimientos que han cambiado y condicionado el rumbo del país -no precisamente para bien- y cuyas repercusiones se prolongan varios años. Quizá muchos lectores no relacionarán estos sucesos con sus períodos de descanso y en su momento les pasaron desapercibidos estando con el interruptor estival encendido. Pero desde luego que sus consecuencias sí las habrán notado.  

Calor y crisis económica
Este artículo es en clave nacional, pero en la era de la globalización no se puede bajar a lo particular sin recordar su contexto mundial, y más inmersos en una crisis económica que condiciona las agendas políticas. En el verano de 2007 se empezaron a publicar con escasa relevancia en las páginas interiores de los diarios nacionales las primeras noticias sobre la contaminación de la crisis de las hipotecas subprime a la economía de EEUU. Doce meses después la quiebra de Lehman Brothers ya era la noticia del verano de 2008. Entonces parecía difícil de calibrar lo que estaba por venir. En España una de las principales imágenes políticas de la crisis se produjo en agosto de 2011, cuando el Gobierno de Zapatero propone la reforma del artículo 135 de la Constitución que priorizaba el pago de la deuda en los presupuestos, medida que se aprobó finalmente con el apoyo del PP a finales de septiembre. En julio de 2012 se sube un peldaño más en el grado de intervención de la Unión Europea sobre la economía española cuando el Ejecutivo de Mariano Rajoy suscribe el memorándum de entendimiento que consumaba el rescate del sector financiero nacional.

Rajoy eligió el 1 de agosto para hablar de Bárcenas
Pero el ejemplo paradigmático de la noticia política con ‘estío y alevosía’, pues el control de los tiempos fue total por parte del interesado y del PP, es el de la comparecencia de Rajoy a petición propia en el Congreso de los Diputados para dar explicaciones sobre el caso Bárcenas, sus mensajes de apoyo al extesorero y la caja B en su partido. Ocurrió nada menos que el 1 de agosto de 2013 y además fue en el Senado porque el Congreso estaba en obras. Mientras, el período estival del presente año está marcado por la resaca de las elecciones del 26J y los intentos de formar ahora Gobierno, donde a las peculiaridades de las propias fechas se une que los ciudadanos están cansados del permanente ciclo electoral en el que viven tras la fallida legislatura resultante de la cita del 20D.

Factores que influyen a la hora de procesar esas informaciones
La psicóloga Mariola Aguilar analiza para ELPLURAL.COM algunos de los puntos que pueden incidir a nivel cognitivo para encajar de diferente manera las noticias durante el estío: “Puede influir el aumento de la luz, que estimula la serotonina y mejora el estado de ánimo, es decir, que hormonalmente estamos más preparados para aceptar determinadas cuestiones”. Otros factores tienen más que ver con el calendario laboral: “La etapa final del trabajo antes de las vacaciones siempre se hace más cuesta arriba, existe más saturación y merma la capacidad del análisis. Mientras que si se está de vacaciones el foco de atención está en el descanso, no en el análisis, noticias que requieren tiempo y profundidad pueden quedar en un segundo plano”.

Aguilar introduce también un matiz relacionado con el calendario, y es que quizá no se produzcan peores noticias en verano que en otras épocas del año, pero cuando estamos de vacaciones nuestro nivel de tolerancia respeto a lo negativo está más bajo y crece la tendencia a dejarlo de lado, y más ahora que con las nuevas tecnologías se multiplica la dificultad de desconectar: “Nos creamos esa ilusión de que todos están en nuestra misma clave de descanso y tranquilidad y nos puede afectar más lo malo, provocando más rechazo”. Un último elemento no tiene que ver con el descanso sino con su fin, el famoso síndrome postvacacional, cuando la vuelta a la cotidianidad se traduce en ocasiones en más tensión, agobio y saturación, con lo que de nuevo se puede tener más tendencia a apartar determinadas informaciones. ¿Habrán influido algunos de estos factores en la densa agenda política y económica comentada anteriormente o serán simples caprichos del calendario?