La Organización Mundial de la Salud y entidades en materia de salud pública en nuestro país han llamado la atención acerca del fenómeno de la obesidad entre la población infantil. Instituciones comunitarias, apoyadas en asociaciones y organizaciones locales o globales expertas en materia de medio ambiente hacen hincapié en que, grosso modo, la especie humana está 'trabajando' de manera ardua para destruir el planeta. Ambas cuestiones relacionadas con un centro educativo dan como resultado 'Alimentando otros modelos', iniciativa a cargo de Fuhem, una entidad sin ánimo de lucro cuya labor apunta a tres objetivos fundamentales: profundización democrática, incremento de la justicia social y sostenibilidad.

Bien podrían ser los principios sobre los que sustentar cualquier sociedad actual, pero la realidad demuestra que no es así.

La fundación desarrolla desde hace un tiempo este proyecto que aúna, por una parte, hábitos saludables de alimentación en los tres centros educativos que gestiona en la Comunidad de Madrid, y la defensa y protección del entorno rural y medioambiental. En palabras de Luis González Reyes, responsable de Coordinación entre las áreas ecosocial y educativa de Fuhem, son tres las patas de esta iniciativa. Por una parte, “hacer que la comida de los comedores escolares que gestionamos tenga mayor salubridad”; por otra, trasladar los objetivos de comida sana a los núcleos familiares y, por último, impulsar esos objetivos al ámbito docente.

Pionera en Madrid

La idea es pionera en Madrid -no en otras regiones como la andaluza- y el propósito requiere de un esfuerzo por parte de toda la comunidad educativa involucrada en los centros que gestiona la fundación. La OMS recomienda unos índices de proteína animal mucho menores a los que se ofrecen, por ejemplo, en un comedor escolar. “Nosotros tratamos de reducirlos y para ello recurrimos a una comida elaborada siempre con materia prima fresca y de cercanía” y esto tanto en las frutas y hortalizas, como en la carne, el pescado y la pasta.

Los 'grupos de consumo', en la imagen recogiendo los productos uno de ellos, implican en todo el proceso a las familias. 

El proyecto es llamativo puesto que, al fin y al cabo, persigue formar y educar desde la perspectiva de una alimentación saludable, ecológica y respetuosa con el entorno.

“Grupos de consumo”

Pero va más allá. Su puesta en marcha también ha conllevado la creación de “grupos de consumo -explica Luis González Reyes- en los que participan las familias y los profesores”. De este modo, a través de ellos el contacto directo - “sin intermediarios”- con productores ecológicos de Madrid, sirve para que los padres y madres se involucren en el objetivo y permite que “podamos ver una imagen curiosa como es que cuando vienen a recoger a sus hijos, se van con ellos y con las bolsas de la compra repleta de esos productos ecológicos y frescos”.

La primera duda en estos tiempos de crisis es que supone este cambio para los bolsillos de las familias. “Como nos servimos de una economía de escala al tener tres centros y al comprar directamente al agricultor, ahorramos costes al tiempo que contribuimos al desarrollo rural”. Además, los productos que se llevan a sus casas tampoco ven incrementado su precio en comparación con lo que se paga en un supermercado por una materia prima de carácter agroindustrial, con el añadido de la calidad. “No podemos olvidar que uno de los elementos básicos de todo el proyecto es que tratamos de conjugar la mirada ambiental con otra social, y aquí entra en juego ese apartado económico”.

Positivo, a largo plazo

No ha sido todo un camino de rosas. “Introducir cambios en tres comedores escolares con 2.500 alumnos no es sencillo”. Más allá de los gustos de cada uno, de los hábitos alimentarios de las familias o de las reticencias por sistema, cambiar el menú habitual de más carne por verduras se antoja complicado. Si a esto se añade que son ecológicas “entonces pasamos a otra fase”. Por ejemplo, en general las hortalizas no son del agrado de los pequeños; al ser ecológicas suma otro factor negativo “porque saben más y eso no gusta a todo el mundo, sobre todo al principio”. No obstante esas reticencias iniciales, “a largo plazo vamos entrando en una dinámica de aceptación”.

Este programa de Fuhem ha despertado el interés de distintas entidades. Una de ellas la Obra Social “la Caixa” que lo ha reconocido con uno de sus Premios a la Innovación y Transformación Social.

Se trata, sin duda, de un espaldarazo a un proyecto novedoso porque, al margen de la apuesta por los alimentos ecológicos en comedores escolares también, tal y como indican desde la organización de la convocatoria, “realiza formación y sensibilización sobre hábitos saludables a nivel individual y social”, al tiempo que “promueve la construcción de redes económicas alimentarias alternativas como los criterios de compra y el fomento de cooperativas de consumo”.

Para Luis González Reyes, quien destaca el trabajo de la organización no gubernamental Garua en su planificación, “la visibilidad" del proyecto a raíz del premio de la Obra Social "la Caixa", ha sido "mayor", subrayando en este sentido la labor de su equipo de comunicación y prensa.