De igual forma que las sentencias judiciales deben ser acatadas como exigencia fundamental para el adecuado funcionamiento de un Estado de derecho, la voluntad popular expresada en las urnas debe también ser aceptada como pieza esencial de un sistema democrático. Ocurre, no obstante, que tanto aquellas como ésta pueden e, incluso, deben ser criticadas si alguien considera que las sentencias no se corresponden con su propio sentido de la justicia o la voluntad expresada en una consulta electoral adoleciese, desde su punto de vista, de falta de lógica, de razón, de sentido común o de ética.

¿Tiene lógica que un partido político que, tras una investigación judicial es acusado de financiación ilegal porque queda acreditada la existencia “desde 1990 hasta al menos 2008”, según el auto del juez instructor, de una financiación "ajena al circuito económico legal” procedente de sociedades “adjudicatarias de contratos por Administraciones Públicas gobernadas por el PP” y cuyo destino era "el pago de retribuciones, a personas vinculadas con el partido, a gastos generados en campañas electorales y a distintos servicios y gastos relacionados con su actividad”, tiene lógica, se reitera, que sea esta formación la que reciba el apoyo mayoritario de los votantes?

¿Parece razonable que aquellos que ven mermadas su libertades y limitados sus derechos fundamentales como consecuencia de una Ley de Seguridad Ciudadana -“ley Mordaza”-  que ha sido cuestionada por organismos internacionales como la ONU en razón de esta merma y limitación de libertades y derechos, apoyen mayoritariamente a los que la propusieron y aprobaron?

¿Es de sentido común que el ministro del Interior, que  celebró reuniones en su despacho ministerial con el objeto de desplegar una guerra sucia contra sus adversarios políticos -según se desprende de unas grabaciones que han aparecido en todos los medios de comunicación- se presente como cabeza de lista de una candidatura y gane votos en relación a las anteriores elecciones en las que se desconocían estas actividades del ministro?

¿Es ético que, el candidato que animó al que fuera el tesorero de su partido con un muy elocuente “Luis se fuerte, hacemos lo que podemos” al descubrirse que mantenía cuentas millonarias en Suiza al margen de la legalidad, sea el candidato a la Presidencia de Gobierno que reciba más apoyo de la ciudadanía? 

No, el pueblo no siempre tiene la razón como afirma una sentencia que suscita un consenso bastante amplio en la sociedad. El pueblo es soberano pero no es sabio. El pueblo tiene derecho a equivocarse pero no a que sus errores sean blanqueados culpando a los que resultan elegidos en lugar de asumir su propia responsabilidad por escogerlos. ¿Por qué en un país democrático donde el voto es secreto y donde la información es abundante -¡para quien quiera informarse!- se produce un resultado electoral tan carente de lógica, de razón, de sentido común y de ética? Algo muy importante falla de forma estrepitosa y convendría analizar seriamente las causas de este despropósito.