Miedo, mucho miedo, y otro tanto de autocomplacencia. Este ha sido el único análisis que Pablo Iglesias, líder de Podemos y candidato de la coalición Unidos Podemos al 26J, ha sido capaz de hacer. Y eso que ya han pasado cinco días.

Con su objetivo del ‘sorpasso’ al PSOE convertido en un fracaso que les volvió a dejar como tercera fuerza política, Iglesias no quiso hacer valoraciones en la noche electoral. Según dijo, era necesario pensar y ver los datos con distancia. Esa valoración ya ha llegado, pero se ha quedado en echar balones fuera, no asumir ninguna responsabilidad y asegurar que todo lo sucedido tiene una clara explicación: el discurso del miedo del resto de partido funcionó y la gente cambió su voto.

Pero los líderes de Podemos no se ponen de acuerdo. Mientras Íñigo Errejón culpa a una coalición sin éxito, Iglesias y Bescansa denuncian que hubo miedo y muchas mentiras para intentar desprestigiar a Podemos

“¿Qué nos pasó el 26J?”, se pregunta Iglesias en su último vídeo de Fort Apache y se responde a sí mismo. “Si excluimos la hipótesis de fraude, impensable en un país como España”, dice con un tono un tanto extraño, “aparecen muchas causas posibles. Entre ellas, hay algunos que han querido destacar: bien el bajo perfil de nuestra campaña, bien el acuerdo de confluencia con IU, que nos habría situado en el temido margen izquierdo del tablero. Ambas hipótesis, contribuyen además a alentar el enfrentamiento interno en Podemos y es de esperar que nuestros adversarios insistan en ellas”.

Y ahí se queda, en pensar en los adversarios y en lo que se han esforzado para impedir el triunfo de Podemos. Aunque han perdido más de 1 millón de votos en los seis mese separan los comicios del 20D y los de este 26J, el líder morado defiende que los ciudadanos confiaban en ellos pero que, en el último momento, les pudo "el miedo a lo nuevo".

"Estos votantes han sido la clave para entender lo que pasó en las últimas elecciones: tienen simpatía por nosotros, agradecen el meneo que le hemos dado en la política española, responden a un encuestador que nos van a votar, pero ante la evidencia de que podíamos gobernar deciden finalmente no votarnos", continúa.

Así, analizando más lo que ha pasado fuera de su partido que lo que se está gestando dentro, Iglesias mantiene un discurso que no coincide con lo que defienden otros pesos pesados de Podemos. Empiezan las contracciones y los choques.

Dos formas de valorar los resultados

Por un lado, estaría el discurso del Iglesias o de Carolina Bescansa. Esta última, no ha dudado en hablar de que "ha habido una campaña de miedo contra Podemos dirigida desde las cloacas del Estado" y afina más, dicha campaña ha sido "construida sobre mentiras (…) para crear informes falsos de Podemos". Si ha fallado algo, es que no hicieron una encuesta propia y se fiaron demasiado de las hechas por otras.

Por el otro, Íñigo Errejón y Mónica Oltra de Compromís que creen que la principal causa de los malos resultados del 26J es que la confluencia con IU “no ha funcionado”. En este bando estaría también Juan Carlos Monedero que criticó la campaña electoral de la coalición por "primar el marketing antes que el contenido".

Iglesias cree todo lo contrario. En el mismo vídeo ha explicado que la coalición ha tenido tanto éxito que podría haber abrumado y asustado. "Si el acuerdo con IU nos hizo daño fue porque nos relanzó inmediatamente como fuerza hegemónica, no porque IU provoque más miedo que nosotros".

Y se van de cañas

Después de estas contradicciones, de no tener un único discurso interno, los dirigentes de Podemos se han reunido este viernes durante más de dos horas con todas sus confluencias. Según Iglesias, la reunión “ha sido fructífera”.

Se supone que han analizado los resultados electorales, pero no ha querido compartir con los periodistas las conclusiones alcanzadas. “Dejarnos que nos vallamos a tomar una caña, que hace mucho calor”, ha dicho.

Posteriormente, en un comunicado, han reproducido el discurso de su líder: que hay mucha gente que les apoya pero, ante el miedo de que ganases, miedo metido por otros, decidieron no votarles en el último momento.