El éxito o el fracaso electoral de cada uno de los partidos se valora  por sus resultados cuantitativos absolutos y relativos a la anterior convocatoria (número de votos y de escaños...), pero también en relación a las expectativas que cada cual había depositado en el pasado 26J.

Los datos cuantitativos son claros. Los populares han vencido de modo claro, mejorando en votantes y manteniendo los tres diputados. Los socialistas han frenado su sangría de votos hacia Podemos y la abstención, superando en dos puntos los malos resultados del 20D, y manteniendo sus dos escaños. La coalición Units Podem Més fundamentaba sus expectativas, claramente fustradas, en la suma de los votos de cada uno de los partidos en la anterior convocatoria que le permitía el sorpasso de los populares al ser la alternativa más votada, obteniendo cuatro diputados. Ciudadanos ha seguido la tónica general del partido a nivel estatal, aunque a pesar de haber perdido casi 4.000 votos ha mantenido su diputado, que era su mejor expectativa. La candidatura Sobirania per a les Illes consigue unos 7.000 sufragios, y se queda con un papel meramente simbólico.

El PP de Balears presentó una candidata “neutra” respecto a sus batallas internas en búsqueda de un líder. No aportó nada, pero tampoco restó. Y sus expectativas de voto se vieron desbordadas, considerando que en algunos momentos los populares, “infectados” por los sondeos, temerosos por el ímpetu de Podemos, incluso dudaban de obtener su tercer diputado. Su campaña se basó en los miedos de un posible gobierno radical y extremista, y les funcionó. Recuperan parte de los votantes “perdidos”, sumidos en la abstención, tras su funesta gestion de su mayoría absoluta, que en Baleares se personificó en el exPresident Bauzá y Cia. Hoy siguen quedando lejos de sus mejores resultados, pero han superado sus expectativas. Su próxima batalla es recuperar sus cuotas de poder  en la Comunidad. Pero, hoy por hoy, tal “asalto” queda  hipotecado por  su guerra interna, posiblemente cruenta,  en la elección de su Presidente y posterior candidato autonómico.

Los socialistas no analizan positivamente sus resultados. Siguen superados por los votos de Units Podem Més, pero tal sorpasso puede ser provisional si no se consolida tal coalición, dada la probabilidad de que Més opte por una candidatura propia en las elecciones autonómicas. Numéricamente, han mejorado en casi 5.000 votos, posiblemente de exvotantes socialistas que optaron por la abstención o por Podemos. Su valor cuantitativo es mínimo, pero su valor simbólico puede resultar significativo. Su desgaste en las instituciones, especialmente ostentando la Presidencia de la Comunidad a través de un pacto complejo, ha sido mínimo. Su futuro dependerá de su gestión en ayuntamientos, consells y Govern. De momento, visto los resultados de sus socios de gobierno, cabe esperar una estabilidad en el Govern que posibilite visualizar sus logros. A los socialistas les queda una asignatura pendiente: "reactivar" a su partido, PSIB-PSOE.

La coalición Units Podem Més ha fracasado en sus logros cuantitativos. La suma de los votos de Podemos, IU y Més el pasado 20D fue de 156.781 ciudadanos, mientras que los votos de la candidatura unitaria del pasando 26J fueron 117.812. Han dejado en el camino 38.969 votos. Sus expectativas no se cumplieron, y el más afectado ha sido Més. Su expectativa era, como mínimo, obtener un tercer diputado que, al menos a tiempo parcial, debía ser ocupado por Antoni Verger, de Més. No ha sido así. Más aún, los resultados de la coalición no han sido positivos en sus feudos históricos. No es de esperar una reacción “nerviosa” de la direccion de Més, pero queda pendiente el encaje de las personas y colectivos más próximos al PSM en el proyecto colectivo, y su muy improbable continuación de la coalición electoral con Podemos. Aunque el discurso oficial es que “los resultados hubieran sido peores si nos hubieramos presentado por separado”. Por su parte, Podemos, conjuntamente con su estructura estatal, deben también redefinir sus estrategias.

El tsunami electoral en nuestra Comunidad no ha adquirido caractéristicas “catastróficas”, aunque ha afectado a unos más que a otros. El futuro político en Balears no está escrito.