El continuo espectáculo mediático que necesitan líderes y fontaneros de Podemos para ocupar espacio electoral provoca conclusiones curiosas y hasta divertidas: 8 de cada 10 españoles somos anormales y vivimos aislados en la Luna.

Eso es lo que deriva de su constante ritornello argumental: “Con Podemos la gente normal, la de la calle, ha entrado en las instituciones”. A la vista de que su voto ronda el 20%, de ahí la deducción matemática. Cuando se desprecia por sistema todo lo anterior –bueno, regular o malo – la soberbia se adueña del manual y provoca errores. 

Más allá de la anécdota irrelevante, extraña que con lo listos que son los capos podemitas en el manejo del lenguaje, cometan esas meteduras de pata tan simplistas. Apropiarse de términos como “gente” o, últimamente, “patriotas” invoca movimientos populistas que ponen los pelos de punta. El respeto hacia los demás, tanto en la vida social como en la política, es un valor seguro por el que apuesta la buena gente. 

“Casta que hay que erradicar, régimen constitucional del 78 que debe mandarse al cuarto de trastos inservibles, representantes de la vieja política…” Lo dijeron pero ya se lo callan; estrategia obliga. Afortunadamente rectifican aunque solo sea por omisión. Como han decidido no someter su actitud a las siempre engorrosas leyes de la coherencia, se permiten reinventar a diario sin despeinarse.