Iglesias representa a un sector de la población joven, quemado, con ideas a la izquierda de la izquierda y también al movimiento del 15M. Y él, lo sabe. Pero la mayoría de sus ideas no pasan de la filosofía popular. Según explica para ELPLURAL.COM la abogada y politóloga Aurora G. Pérez, se trata de "un teórico político y activista que se va perfilando como líder carismático; líder político y espiritual llamado a encabezar el asalto a los cielos en pro de los más desfavorecidos y alcanzar la sociedad que él imagina" (nótese la ironía).

Andrea Greppi, catedrático en el campus de Ciencias Sociales y Jurídicas de la UC3M, le define así: "El hombre que está —o que se ha creído que está— a un paso de alcanzar el sueño de todo profesor: ponerse a la cabeza de todo el pueblo reunido, que vibra de emoción con sus palabras. La buena nueva la trajo Errejón, que se la reveló a unos pocos iniciados. La clave —dicen— es fabricar estrategia porque, cuando hay estrategia, todo lo demás acaba cayendo por su propio peso… (o no)".

El nuevo Rasputín

Sobre el papel, parece apuntar maneras. Pero, "el mayor problema es que carece de la aptitud discursiva que sí poseen otros líderes de su partido, como Errejón. En el cuerpo a cuerpo dialéctico recurre a coletillas superficiales que repite incesantemente, alejándose siempre de lo más relevante del debate. Nada que ver con la claridad de ideas que es capaz de comunicar Errejón, que, sin ser excepcional, a su lado lo parece".

El problema de Iglesias es el personaje político que ha elegido para el juego de las elecciones. Quizás porque desde hace un tiempo se cree que vive en Juego de Tronos. "Parece el nuevo Rasputín, el ascendido que llegará al poder para destruirlo desde dentro", bromea Pérez. Su argumentación, basada más en lo emocional que en la calidad del discurso, es muy característica de los líderes populistas.

Un 'desastre estético' muy bien estudiado

Según explica la asesora de imagen Eva Sanvivas para ELPLURAL.COM, "este sigue su propia filosofía a la hora de vestir, rompe con los cánones y con lo comúnmente establecido. En repetidas ocasiones no ha cumplido con el dresscode, en una especie de rebeldía sin causa, intentado demostrar que la imagen o el aspecto no lo es todo".

Esta imagen entre hipster desaliñado y tipo cool parece tener cierto éxito entre sus electores actuales, pero también una imagen muy negativa para aquellos votantes de izquierda indecisos que se podrían plantear en algún momento dar su voto a Podemos. Según argumenta Sanvivas, "existen unas normas y más cuando eres una persona pública que se supone quiere representar a un país… Intenta reflejar una imagen de la gente de a pie, un poco desaliñada, para los que la imagen no es importante".

¡Descongelen a este hombre!

Para analizar su comportamiento gestual contactamos con José Luis Martín Ovejero, experto en comportamiento no verbal y retórica: "su gran fortaleza sin duda se encuentra en su manera de comunicar y llegar a los demás, todo lo contrario a M. Rajoy. Para él los datos son secundarios, lo importante son las emociones, las cuales dejan huella en nuestro cerebro por mucho más tiempo".

Y os estaréis preguntando, ¿cómo lo consigue? "Con la palabra más que con su cuerpo, desde el contenido siempre emotivo de su lenguaje hasta la manera de transmitirlo: con golpes de voz coherentes y poniendo “color” a sus palabras".

El problema es que se mueve menos que los ojos de Espinete. Según Martín Ovejero, "una de sus mayores debilidades es su congelación corporal, que se traduce en poca gestualidad y su necesidad, parece que para descargar tensión y ganar en seguridad, de presentarse en público en muchas ocasiones aferrado a un bolígrafo que por el contexto no resulta necesario. Esto le hace perder en gestualidad y poder provocar que el centro de atención se vaya al objeto en lugar de a la persona".