¿Sabía que una gran parte de lo que es usted hoy se debe al lugar en el que se crió? Y lo mismo sucede o sucederá con sus hijos. Y con los hijos de sus hijos. Si no me cree [y es normal, porque quién soy yo para hacer estas afirmaciones], siga leyendo. Son solo tres párrafos de datos aburridos y luego viene lo interesante. Luche contra la astenia primaveral que nos atenaza a todos y ataque las siguientes 80 palabras.

Nacidos y criados para seguir siendo pobres

En los años 90, el gobierno de Estados Unidos decidió llevar a cabo un experimento denominado “Moving to Opportunity” [podríamos traducirlo como “Mudándose a la oportunidad”]. En total, 4.600 familias que vivían en barrios muy pobres, fueron asignadas de forma aleatoria a uno de tres grupos. Los primeros, recibieron una ayuda para mudarse únicamente a comunidades en las que menos de un diez por ciento de los hogares fueran pobres. Los del segundo grupo, podían trasladarse a cualquier sitio que eligiesen, sin restricciones. Los últimos se mantuvieron en hogares pagados por los servicios sociales.

El año pasado, los investigadores de Harvard Raj Chetty, Nathaniel Hendren y Lawrence Katz, revisaron las condiciones en las que vivían esas personas veinte años después. Lo que encontraron fue que quienes se habían mudado a mejores vecindarios, ganaban bastante más [un tercio, aproximadamente] que los que se mantuvieron en los hogares sociales: 14.747 dólares de media, frente a 11.270 dólares.

Y ese no es el único efecto de vivir en un barrio pobre. El sociólogo [también estaounidense, por supuesto] Patrick Sarkey demostró que los niños criados en ambientes traumáticos tienen un cociente intelectual menor [96, frente a 104 de los criados en zonas de clase media].

El nuevo modelo de ciudad

A estas alturas de la historia, se preguntará usted a qué viene todo esto. Pues a que es preciso diseñar y construir ciudades que garanticen que sus hijos y los míos, y los hijos de sus hijos y de los míos tengan las mismas oportunidades que los hijos y los hijos de los hijos de quienes viven en los barrios más ricos de nuestro país. Ya le avisé que merecía la pena seguir leyendo. No se rinda, que aún nos queda saber cómo tienen que ser esas ciudades.

Lucha por un modelo de ciudad inclusivo donde se reduzcan las desigualdades

Se lo hemos preguntado a Carmen Sánchez-Miranda, la máxima representante en España de la iniciativa Habitat de Naciones Unidas, que tiene como objetivo básicamente definir un modelo de ciudad “más inclusivo, en el que se genere riqueza y bienestar para todos y se reduzcan las desigualdades”. 

Carmela, que es como se refieren a ella quienes la conocen, habla con nostalgia de sus años en “el terreno”, como cooperante. También le brillan los ojos cuando recuerda Latinoamérica. Pero no piensen ustedes que solo mira al pasado. Todo lo contrario: sus esfuerzos están fijados en el futuro. En construir esa ciudad con la que sueña para las próximas décadas.

Habla desde el conocimiento y la experiencia de haber visto, de primera mano, la realidad de quienes no viven “en el tipo de ciudad en el que pensamos nosotros, las de Europa y Estados Unidos”, sino aquellas en las que “una mujer, al bajarse del transporte público, corre un verdadero riesgo de sufrir un ataque sexual, porque no hay iluminación”.

Los problemas del crecimiento

A juicio de Sánchez-Miranda, la base de los problemas en las ciudades está en su crecimiento acelerado. “Cada vez somos más los que vivimos en ciudades”. Esta tendencia plantea enormes retos urbanísticos. “Tenemos que cambiar el modelo de ciudad. No podemos tener barrios que son solo residenciales o barrios que son solo comerciales. Tiene que haber un uso mixto del suelo”.  Todo eso facilita, a su juicio, la inclusión.

"No podemos tener barrios que son solo residenciales o barrios que son solo comerciales"

Esos barrios y esas ciudades tienen que estar conectados por un sistema de transporte eficiente y sostenible. “Nosotros apostamos por potenciar el transporte público”, afirma.

Las conclusiones que expone Sánchez-Miranda sobre la ciudad ideal proceden de los debates que están teniendo lugar como preparación de la gran cumbre sobre los asentamientos urbanos, Habitat III, que se celebra en octubre de este año en Quito, Ecuador. Para que se haga usted idea de la importancia de este evento, piense que es a las ciudades lo que la reunión de París al cambio climático. Una conferencia que se celebra cada veinte años y a la que asistirán todos los países miembros de Naciones Unidas y que “es una oportunidad para impulsar la ciudad sostenible y la nueva agenda urbana, una serie de principios desarrollados y recomendaciones para aplicarlos”.

La nueva agenda urbana

En esa nueva agenda urbana se recogen temas que no habían estado presentes en las dos ediciones anteriores, como por ejemplo el cambio climático o cuestiones relativas a la inseguridad en las ciudades. Aunque no es vinculante, son compromisos alcanzados por los países, que expresan su intención de llevarlos a la práctica.

Antes de marcharnos, le preguntamos por el futuro. “Nosotros somos optimistas”, afirma. “Creemos que vamos a ser capaces de crear ciudades en las que todos se sientan más a gusto, incluidos y que generen oportunidades para todos”.

Ahora ya lo sabe. Puede que el desarrollo de las ciudades y la agenda urbana de Naciones Unidas no ocupen tantos titulares como el cambio climático. Pero pueden tener la misma o más influencia en nuestras vidas.