La proposición era tan aparentemente rotunda y, sobre todo, tan indiscutiblemente simple que, cuando su autor -un tal Arthur Laffer- se la explicó a Ronald Reagan dibujando una sencilla curva en una servilleta de papel -que se conserva en una vitrina del Bookings Institution en Washington- éste se la creyó a pie juntillas y cuando accedió a la presidencia de su país la aplicó sin miramientos. Este economista defendió, ante el entonces futuro presidente estadunidense, que rebajar los impuestos incrementaría la recaudación y el fundamento de esta teoría era bastante creíble para mentes poco rigurosas y, sobre todo, predispuestas al desmantelamiento de un Estado socialmente fuerte: si a un tipo impositivo cero no se ingresa nada y a otro del cien por cien tampoco -porque la actividad laboral y empresarial sería nula- debería haber un tipo intermedio a partir del cual los ingresos públicos aumentarían si el tipo impositivo se redujese.

Pues, a pesar de que en la década de los ochenta Reagan bajó los impuestos en EE.UU. y no aumentó la recaudación y, en cambio, los gobiernos que le siguieron, presididos por George Bush padre y Bill Clinton, subieron los impuestos y aumentaron los ingresos y a pesar, también, de que la mayoría de destacados economistas -un 96% según una encuesta realizada en aquel país en 2012- se mostraron contrarios a las tesis de Laffer, aún existen recalcitrantes neoliberales que se han apuntado a esta teoría aunque, seguramente, más por conveniencia -reducir a mínimos el Estado de bienestar-  que por convencimiento -la teoría no se la cree nadie que carezca de prejuicios y tenga un mínimo de sentido común-. El “cuento de la lechera” sobre la reducción de impuestos para recaudar más recursos públicos sólo puede ser defendido por aquellos que piensan más en sus propios y cicateros  bolsillos que en la consecución de un adecuado bienestar colectivo del que ellos mismos se beneficiarían, aunque sólo fuera por la estabilidad y la menor conflictividad social que aquél generaría.

En nuestro país existe uno de estos neoliberales aparentemente convencido de las tesis de Laffer. Se llama Mariano Rajoy y acaba de prometer en esta campaña electoral que si continúa en el Gobierno bajará los impuestos a todos los españoles y, ello, a pesar de que se ha comprometido por escrito con la UE a que reducirá el déficit que el Ejecutivo que preside ha situado en cifras históricas.

No obstante, como la cuadratura del círculo sigue siendo, al menos de momento, algo inalcanzable ¿no será que a nuestro presidente algún avispado “Laffer”, en este caso sociólogo especialista en el conocimiento del comportamiento ciudadano, le haya enunciado otra peculiar teoría según la cual cuando no se hacen promesas electorales del gusto de una mayoría de los votantes no se consigue alcanzar el Gobierno, mientras que si se hacen, aunque éstas sean imposibles de cumplir como ocurrió en el 2011, se tienen más posibilidades de engañar a la ciudadanía y, en consecuencia, lograr y continuar en el poder?

Habrá que buscar en la Moncloa alguna servilleta de papel en la que este nuevo “Laffer” dejase evidencia escrita de esta tesis que sigue a machamartillo el actual presidente en funciones. Cuando se dé con ella, podría engrosar el contenido de un nuevo museo a crear en nuestro país y para el que hay suficiente “material”: el “Museo de la mentira política”.