La canciller Merkel y presidente Hollande han escenificado estos días en Verdún, el terrible escenario que fue de la I Guerra Mundial, la necesidad de construir una Europa cada vez más unida, fuerte, democrática y social.

No puede ser de otra forma. Sin Europa volveremos al averno de los nacionalismos exacerbados e iniciaremos de nuevo el camino a ninguna parte.

España

Si lo anterior es así para todo el Continente lo es de especial forma para España. Éuropa fue el gran sueño de varias generaciones que se alcanzó finalmente cuando las libertades fueron restauradas en nuestro país. Se estableció el periodo más largo, próspero, libre y democrático de toda nuestra abigarrada historia. Luego vino la crisis, el cuarteo nacionalista al viejo sueño establecido en el Tratado de Roma y ahora mismo la Unión sobrevive a duras penas. Pero los españoles deben saber que si volviéramos a las andadas no nos espera otra cosa que la futilidad y la miseria.

No hay otra salida a la actual crisis que Europa. Desde la unión fiscal y financiera al respeto a los derechos humanos en todo su vasto territorio. Porque si hemos sobrevivido de alguna forma al terrible leviatán de la gran crisis ha sido precisamente por la Unión Europea.

Liderazgo

Lo que se deja a notar es precisamente la falta de liderazgo. Si la UE consiguió afianzarse en las décadas anteriores fue porque al frente de las grandes potencias europeas había líderes de gran determinación histórica. Desde Helmut Khol a Francois Miterrand pasando por Felipe González y Jacque Delors. Sus sustitutos al frente de esas naciones y como soberanía compartida en la gran soberanía supranacional europea han demostrado no estar a la altura.

Es lo que demanda precisamente una ciudadanía que suma casi 500 millones de personas.

He oído estos días una gran proclama europeísta a favor no sólo de la continuidad de la UE sino también por su profundización. No hay otra salida ante la emergencia de otras potencias asiáticas amén de la tradicional de los Estados Unidos.

Pero es también esencial la permanencia y la revitalización de la Unión Europea porque tiene que continuar liderando sus valores en el resto del orbe: compromiso social, respeto a la Derechos Humanos y la extensión de todas las libertades.

Verdún, estos días, debería servir para no perder la memoria. Y para tomar buena nota de que no se puede destruir lo mejor de lo conseguido por la humanidad.

Europa, Europa, Europa.