Por supuesto, estimado lector puede hacer usted lo que quiera pero si quiere llegar con buena salud mental al día de las elecciones, absténgase de ver la televisión.

Estoy segura que en las pasadas-recientes elecciones generales llegó usted a la mesa electoral con su voto bien meditado. Las ofertas  eran variadas y usted habló con sus amigos, familia y compañeros de trabajo sobre lo que era más conveniente para España.

Por lo tanto lo que era bueno entonces lo sigue siendo ahora. Usted no se equivocó en el voto. Apostó por el candidato que le parecía mejor o menos malo. Pues bien, usted cumplió como ciudadano. ¿Por qué tendría que cambiar el voto ahora?

Los que en realidad no han sabido leer el resultado electoral han sido los partidos. Unos se han esforzado más que otros, especialmente Rajoy que siempre espera a que el río fluya sin mojarse.

Si no han sabido o no han querido pactar en primavera por qué lo van a hacer en otoño. Lo que ocurre es que quieren trasladar su incapacidad, ineficacia o su sectarismo a los ciudadanos. Y eso no es de recibo.

Por eso les aconsejo que no vean la televisión porque podría pasarle lo peor, que se le vayan las ganas de volver a votar y lo peor de lo peor sería la abstención. Es mejor que se dediquen a ver series, películas, que salgan a pasear, a tomar al sol pero que se contaminen lo menos posible de los medios.

Resulta insoportable ver un informativo en donde todo se repite, las mismas frases, los mismos eslóganes…todo sigue igual. Por lo tanto, antes de llegar al hartazgo es mejor relajarse.

Todo votante maduro sabe qué tipo de sociedad quiere: la que se toman las decisiones pensando en la mayoría o  sólo en las minorías. En los últimos años hemos podido constatar a nivel de piel que se ha gobernado para unos pocos, por lo tanto es mejor quien piensa en la mayoría de las personas.

Sabiendo eso, poco hay que ver en televisión o radio. Les recomiendo que lean las noticias internacionales y se indignen ante la subida de la extrema derecha en Europa, ante la situación de miles de refugiados sirios que siguen en el barro de Idomeni o ante unas  elecciones americanas en donde un racista, homófobo y misógino candidato republicano quieren dar la batalla al Partido Demócrata.

Todo menos seguir de cerca la campaña.