Vamos a tener días de mucho ruido. Todos los partidos andan definiendo campañas contra los otros, no a favor de ellos. Y son unas elecciones en las que nos jugamos mucho: ¿somos un país serio o somos un país de exageraciones?

Lo he dejado muy claro: aunque creas que hay que pegar una patada al sistema, aunque creas que es mejor un cierto autoritarismo, yo intentaré convencerte una y otra vez de que la socialdemocracia es la solución para nuestros problemas de hoy. Hace pocos años también lo fue; y dentro de unos pocos años también lo será. Más allá -si no te importa- lo dejamos para que lo hablen nuestros nietos.

¿Eres un ciudadano al que le han dado bofetadas económicas hasta en el carnet de identidad? Pues te daré un abrazo y te pediré que me ayudes a resolver los problemas no a hostias.

Lo digo de pasada, pero ¿cómo vas a votar a un partido que coloca a Diego Cañamero de cabeza de lista? Eh, eh: que admiro a Cañamero y a tantos y a tantos jornaleros andaluces luchadores, pero ¿tú quieres protestar brillantemente o quieres resolver tus problemas eficazmente?

Y luego está eso que te contó tu abuela: “Nunca dejes de votar al PP, que es de los nuestros”. Ya sé que recuerdas que lo mismo te dijo hace unos años cuando te pidió votar AP o UCD. Pero es así en España (y en otros países) y hay que aceptarlo con paciencia.

Vamos a ver: los ciudadanos que quieren soluciones posibles y con la mínima injusticia posible, tiene ya (en silencio) una papeleta que pone PSOE. Incluso sin leer detenidamente los nombres que ahí están escritos.

Pero muchos compatriotas andan dudando: ¡cuánta mala leche política complica unas elecciones! La cabeza les dice una cosa, pero el corazón cabreado les puede decir otra.

Este blog no tiene nada que ver con encuestas, ni con nada científico: tiene que ver con preocupación, con meditación y con decisión.

Y lo repito otra vez: por favor (si no te importa) dime en voz baja a quién vas a votar.

(Igual no te importa decirme también por qué).