Demasiado fácil, lo que ha dicho Carlos Herrera respecto a la polémica bandera de los independentistas catalanes. “¡Una gilipollez!”, ha subrayado tan famoso periodista del ABC, siempre bailando con la derechona y acogido ahora por la COPE. ¡Ora pronobis!

Y proyectando su dimensión de maestro ciruela, ha añadido lo siguiente: “Así como en todo acto progre (…), nunca falta el tonto con la bandera republicana”.

Pero el sentido común -tan admirado por Rajoy y apenas practicado por él- ha sido derrotado en el PP, porque la Justicia se ha impuesto después de que el ministro de Interior, el meapilas Fernández Díaz, hubiera vuelto a meter la pata. Suma y sigue.

No hay que creerse que lo que ha sucedido en estos últimos años, en torno al fútbol y, concretamente, en torno a la dirección del Barça, exige concluir que el avance independentista continúa. Y eso, aunque siga, hoy por hoy, perdiendo fuerza.

Conviene saber, en todo caso, que lo que está pasando viene de muy lejos. En mayo de 1925, Primo de Rivera, tras dar el golpe de estado presionado por Alfonso XIII, ordenó cerrar el Campo del Barça, entonces en Les Corts. Fue con motivo de un partido amistoso contra unos marineros ingleses y, aun así, más de 30.000 culés llenaron el campo. Cantaron el himno del Reino Unido, el God Save The Queen. Y no el himno nacional español.

El fundador y presidente del Barça, el suizo Gamper, fue exiliado. En 1936, iniciada la Guerra Civil, el presidente del Barça, Josep Sunyol, militante de Esquerra Republicana, viajaba en coche a Madrid. Lo pararon y lo mataron los franquistas.

Es que todo esto viene de muy lejos.