El fin de semana pasado muchos españoles se emocionaron al ver bajar del avión a tres periodistas españoles que meses antes habían sido secuestrados en Siria. Hablamos de Antonio Pampliega, José Manuel López y Ángel Sastre.

Razones no faltaban. Los periodistas pasaron días muy duros junto a sus captores del Frente Al-Nusra, una organización terrorista asociada a Al Qaeda que opera en Siria y en Líbano.

Al pisar suelo español la presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid, Victoria Prego, los definía de “héroes” y la presidenta de la FAPE (Federaciones de Prensa de España), Elsa González, de periodistas “precarios”.

Y esa es la realidad. Los periodistas free lance, o sea los que trabajan por su cuenta y escriben o graban para aquellos medios que les quieren comprar el material, son algo más que precarios, son los esclavos de la profesión y deberían ser la vergüenza de una sociedad democrática que quiere estar bien informada.

Y no exagero. De su bolsillo financian sus viajes, sus hostales, sus alquileres de coches, sus comidas, sus cámaras o su seguro médico el que lo puede tener. Tienen que buscar “lo más difícil o lo más peligroso” para tener la menor competencia posible y cuando ya han conseguido el material lo intentan vender.

Pampliega denunció antes de ser secuestrado que por una crónica desde una guerra le ofrecían 35 euros aunque algunos cobran más 50 o 70 euros, por supuesto en bruto. A eso hay que quitarle el 15% de IRPF. Si el periodista se dedica a la televisión tiene que sumar el IVA.

Las radios no pagan más de 35 euros la crónica y las televisiones se estiran un poco más cuando se trata de un reportaje o de un directo.

¿Ustedes han pensado cuántas crónicas se tienen que escribir o reportajes grabar para poder cubrir los gastos? Esto es lo que Elsa González muy finamente llama” precario” y a mí francamente me parece indecente.

E insisto en que me parece escandaloso porque aunque la publicidad haya bajado en los años de crisis, un spot de televisión, una cuña de radio o una página de publicidad en un periódico cuesta muchos miles de euros. Porque cuando secuestran o maltratan en una situación de riesgo a un free lance los que pagan 50 euros, salen rápidamente ante sus oyentes o lectores hablando de “nuestro enviado especial o nuestro compañero”.

Y mientras tanto el resto de periodistas bajan la cabeza y callan porque tienen miedo. Unos porque tienen contratos precarios o muy precarios y los más afortunados, que todavía no han sido reclutados en un ERE y siguen teniendo un contrato fijo, tiemblan por perder su privilegiada situación. Todos sienten miedo y callan.

Obviamente existen excepciones. Muy pocas. Todavía los periodistas que trabajan en medios públicos españoles pueden permitirse el lujo de viajar con el amparo de una nómina y gastos pagados pero son una especie en extinción.

Esto que les cuento es lo que hay detrás de todos los medios de comunicación que ustedes consumen a diario, desde los más conservadores hasta los que van de progresistas. Desde los periódicos de papel, a los digitales, a las radios y a las televisiones.

Pero esa es la única forma de trabajar para algunos periodistas que quieren ejercer su profesión y se preguntarán “¿por qué?”. Pues porque o se crean ellos su propio trabajo o tienen que optar por poner copas los viernes en el barrio de Malasaña de Madrid o en el Borne de Barcelona.

Los medios han ido prescindiendo de esos redactores que tenían un sueldo, a los que se les pagaba las dietas cuando viajaban y que incluso hasta en algún caso tenían un seguro pues su trabajo era y es de riesgo.

 Hasta que un día se dieron cuenta de que les salían muy caros y poco rentables. “¿Por qué voy a pagar un sueldo cuando puedo pagar crónicas a 50 euros?” se preguntaron.

Ese es el periodismo que se está ejerciendo en este país.

A eso hay que añadir otro matiz. Los medios prefieren los free lance a los redactores fijos porque además de pagarles con migajas, trabajan el doble. Lógico. Hay que sacar temas de debajo de las piedras y trabajar 20 horas al día para cubrir gastos y en el mejor de los casos ganar algo.

Por eso me indigna cuando salen los magnates de la prensa, los políticos, los intelectuales o incluso la gente corriente a hablar de “héroes” o de “libertad de expresión”.

Es todo una pura farsa.

Y suscribe este comentario una periodista que es autónoma y colaboradora de medios (por lo menos hasta hoy) y que luego tiene que enfrentarse a Hacienda porque no le admite como gastos ni el ADSL, ni el teléfono, ni facturas de gasolina….