El concejal del PP en el Ayuntamiento de Barcelona Alberto Fernández Díaz solicitó permiso para que se pudieran instalar pantallas en las que ver a la selección española en la final de la Eurocopa. Los populares recogían el deseo expresado por la asociación “Barcelona con la selección”, que obtuvo el plácet del gobierno municipal el 2010, con el socialista Jordi Hereu como alcalde, con motivo del Mundial de Suráfrica.

Los aficionados –en la anterior ocasión 75.000 barceloneses acudieron para seguir el acontecimiento deportivo– se van a quedar con las ganas de ver en un espacio público a la Roja. Ada Colau ha dicho que nanay: que si los vecinos, que si el ruido, que si luego hay que limpiarlo todo, que si Maroto el de la moto. Pura palabrería de vendedor de alfombras, porque la avenida donde se pretendía volver a instalar las mega pantallas es el corazón de la antigua Feria de Muestras de Montjuic y allí ni hay vecinos, ni molesta el ruido y, para más inri, el consistorio organiza los mayores conciertos y actos de las fiestas de la Mercé.

¿Qué le pasa a Colau? Pues que es la selección española, señores, y como los podemitas tienen de por sí manía a la cosa patria, no está por el tema. Si añadimos a eso que sus “colegas” de las CUP la tienen atornillada con los presupuestos municipales, la cosa sube de temperatura. ¿Está la prócer municipal secuestrada por éstos chicos a los que el miembro de Iniciativa Joan Boada califica como hijos de familias de Convergencia y Esquerra?

Veamos: el Ayuntamiento no se ha personado en el caso de presunta coacción a un médico para que alterase un parte médico en la que intervino el concejal cupaire Garganté – “No somos los perjudicados”, dijo sin pestañear la mano derecha de Colau Eduard Pisarello -, no se atreve a solucionar de una vez la ocupación de Can Víes, en el popular barrio de Sants, a pesar de las innumerables quejas de los vecinos, que están hartos de ruidos, alteraciones del orden, olor a orina y otras cosas, no defiende a la Guardia Urbana frente a los manteros, hace la vista gorda con los antisistema...

Pero es que todo es muy rarito. Colau practica un funambulismo político realmente sorprendente. Igual contrata como responsable de su polémico proyecto del tranvía a Pere Macías, ex conseller de Convergencia, que igual hace negocios con Florentino Pérez otorgándole contratos de asistencia sanitaria a domicilio, en detrimento de reputadas ONG’s. Lo mismito que el célebre pájaro del Baghavad Ghita, pretende entrar y salir del agua sin mojarse las plumas.

Pero las CUP son muy pesaditas y le piden gestos a diario. Lo último es de traca. Están rotundamente en contra de los támpax. Proponen métodos alternativos como el uso de esponjas marinas o la copa menstrual. Exigirán donde sea que las jóvenes puedan ejercer el “derecho al libre sangrado”. Esto ha sucedido en el Ayuntamiento de Manresa y se sabe que el grupo municipal cupaire del Ayuntamiento de Barcelona lo ha visto con buenos ojos.

Sería de risa si no fuese porque Barcelona está paralizada. Ninguna iniciativa y muchísimo postureo. Hoy es el poema blasfemo de Dolors Miquel parodiando el padrenuestro en clave de vagina - ¿qué les pasará a esta gente con la cosa del útero? -, mañana el cambio de nombre de la plaza Juan Carlos I por el de “Cinc d’Oros” y pasado nombrar a tres amiguetes más para cargos suculentamente retribuidos. Pero ni se han detenido los desahucios en Barcelona, ni dejan de haber indigentes durmiendo en las calles y en los cajeros automáticos ni los manteros han dejado de ser un gravísimo problema de orden público.

La inacción de Colau demuestra su incapacidad para hacer frente a la gestión de una capital como es Barcelona. Ni tiene cuadros, ni tiene programa ni es solvente en la mayoría de temas. Con poner una pancarta en el balcón del ayuntamiento en la que se da la bienvenida a los refugiados se contenta. Todo es un pour parler, una cortina de humo que poco tiene que enviar a la que su vecino de la plaza San Jaime, el president Puigdemont, aviva a diario con el proceso independentista.

A lo mejor a nuestra Ada ya le va bien estar secuestrada por las CUP. Un rehén no tiene por qué hacer nada, salvo pedir que le rescaten. Los socialistas catalanes deberían pensárselo mucho antes de hacerlo, cosa que, si no lo remedia nadie, puede pasar tan pronto Colau tenga los presupuestos aprobados. Con los votos de las CUP, que por eso no los hace enfadar. Y así, la pescadilla sigue y sigue mordiéndose la cola.

¿Y los autónomos, los parados de larga duración, los jóvenes con contratos basura, los desahuciados, los jubilados con pagas míseras, la gente que no puede acceder a una vivienda digna o que ha de cerrar su comercio, su pequeña empresa?

Bien, gracias. Sin fútbol, pero aguantando.