El expresidente de Banesto ha sido detenido por blanqueo de capital. “El vicio está en el sistema”, sigue sosteniendo este banquero ladrón, que se convirtió -durante los años noventa del pasado siglo- en el hombre más atractivo, más poderoso, más famoso y más cínico de toda España.

Pero apenas nadie recuerda, o no quiere recordad, que semejante tipo estuvo a punto de ser presidente del Gobierno de España. Su ascensión a Los días de gloria –que así se titula uno de sus libros-, le abrió la puerta del poder económico, político, monárquico y periodístico.

Pedro J. Ramírez llevó por el camino de la amistad al presidente de Banesto, uno de los grandes bancos del país. Fue todo eso muy favorable para el citado Ramírez, que consiguió notorias ayudas del banquero y de sólidos empresarios italianos. Así surgió El Mundo, actualmente cercano a una caída peligrosa y más bien sin remedio.

Léase un escrito de Mario Conde en “sus días de gloria”:

“En los inicios del verano de 1992, El Mundo protagonizó lo que tenía todas las trazas de un ataque al Rey. Publicó que el Rey se había ausentado del país, que se encontraba fuera de España sin haber informado de ello previamente al Gobierno, sin que constara ningún motivo oficial para su desplazamiento y apuntando la hipótesis, con más descaro del necesario, de que tal vez los efluvios amorosos se encontraran en el origen de tal viaje real”

 Y a esto añadió:

“Por si fuera poco, Javier de la Rosa está transmitiendo una serie de informaciones que me preocupan mucho, por el Rey y por mí”.

Entonces apareció de pronto, más todavía, el dúo Mario Conde y Pedro J. Ramírez. El director de El Mundo se dedicó, en aquel tiempo, a ir predicando las bondades de la mal denominada sociedad civil.

Y puso, como ejemplo, al italiano Berlusconi, en su dimensión de hombre de grandes negocios, no pocos por cierto, de negocios opacos y sospechosos también. Ramírez optó entonces por que tales hombres, en general, fueran los que convendría que pasaran a suplir a los políticos profesionales, como Felipe González o José María Aznar. Naturalmente, el favorito del director de El Mundo era Mario Conde.