Desde sus mismos orígenes el catalanismo ha sido un movimiento muy diverso, plural e integrador. Sus inicios históricos se sitúan a mediados del siglo XIX, con “
Más allá del movimiento cultural de “
A pesar de algunos radicalismos el catalanismo se mantuvo en su mayoría leal a
Esta unidad en la diversidad del catalanismo político se mantuvo a lo largo de la dictadura franquista, e incluso más allá, durante la época de la transición a la democracia y durante los primeros años de esta. Pero ha sido durante estos últimos años cuando aquella unidad en la diversidad se ha resquebrajado, me temo mucho que por completo y tal vez de modo irreversible.
Tal vez como consecuencia, quizá inevitable, del callejón sin salida en el que se encuentran los sectores catalanistas que han apostado estos últimos años por el independentismo, estas últimas semanas se han producido en Cataluña algunos hechos francamente alarmantes y preocupantes: desde la destrucción intencionada de tres cipreses que Albert Boadella había plantado en su residencia en el pequeño pueblo de Jafre hasta la publicación del libelo titulado Les perles catalanes. Tres segles de col.laboracionistes, en el que se denuncia a todo tipo de catalanes no independentistas como traidores a la patria, pasando por –y este hecho es aún de mucha mayor gravedad- por el manifiesto firmado por un buen número de filólogos, escritores y otras personas en el que se reclama que el catalán sea el único idioma oficial en Cataluña, con conceptos tan falsos y abstrusos como el de “lengua endógena” o, ya en el pleno terreno del etnicismo más xenófobo y reaccionario, al considerar como colonizadores culturales a los emigrantes del resto de España.
Me escandaliza comprobar que entre los firmantes de este manifiesto figuran algunos, aunque pocos, escritores, filólogos e intelectuales con cierta entidad personal propia. Porque con actitudes como la suya atacan a la esencia misma del catalanismo, que ha sido y debe seguir siendo un movimiento diverso, plural, transversal y sobre todo integrador, algo que con su radicalismo tan alejado de la realidad pueden acabar por matar.