Mientras Europa decide repatriar a todos los “migrantes” (ahora utilizan esa palabra para evitar reconocer que son refugiados), en España se siguen llevando a cabo devoluciones en caliente. Es lo habitual y tradicional.

El Gobierno de Rajoy ha decidido ser el ejemplo a seguir y como exponente: Melilla. Como todos los días desde hace años las concertinas crecen y crecen hasta tal punto que los países más xenófobos europeos han comprado las mismas para instalarlas en sus países.

Las concertinas que ustedes ven en los informativos de televisión en Hungría, Macedonia o cualquier otro país europeo están fabricadas en España y en vista de lo bien que funcionan en nuestro país han decidido colocarlas a lo largo y a lo ancho de Europa.

La empresa ESF (European Security Fencing), ubicada en Málaga, se anuncia en su página web como la única empresa que fabrica concertinas en Europa. “Especialistas en seguridad pasiva” es su lema. Y tal ha sido su éxito que ya han abierto oficinas en Berlín. Ofrecen todo tipo de mata personas como “una amplia gama de elementos de seguridad pasiva compuesta por concertina, concertina electrificada, despliegue de barreras, rotor anti escalada y accesorios para la instalación de concertina”.

¡Triste papel el del Gobierno español y de la sociedad española!

Pero además de eso, mientras Rajoy va a Europa a decirles a sus compañeros que se ve obligado a decir que no está de acuerdo con las deportaciones en masa ya que el Parlamento español le ha obligado a cambiar de discurso, en su propio territorio las lleva a cabo con total tranquilidad.

El pasado fin de semana alrededor de 300 subsaharianos intentaron saltar las vallas, como es habitual al amanecer. Pero la policía los detuvo y rápidamente abrió una de las puertas semi camufladas en las concertinas y los devolvió a Marruecos sin acceder a “un proceso individualizado” como dice la ley y como de repente, como si hubiese habido un milagro, defendía Margallo en la cumbre europea.

No se puede ser más hipócrita.

Y lo peor es que a Europa le da igual. Lo importante es que centenares de subsaharianos no lleguen a sus calles, a sus escuelas, a sus trabajos. Los negros pobres cuanto más lejos mejor de la misma forma que los demandantes de asilo sirios, iraquíes o afganos, también.

Que nadie perturbe la tranquilidad europea, que nuestros hijos no se mezclen con otras razas, que nuestra cultura no se impregne de influencias malignas, en resumen, cada día estamos más cerca de los discursos de los nazis y de su forma de actuar.

A muchas personas les parecerá una afirmación exagerada o arriesgada. Simplemente creo que es real. El  mal trato a las personas que por necesidad (me da si huyen de la guerra o del hambre) quieren venir a Europa buscando una vida mejor y no se les deja, nos pasará factura en los próximos años y sobre todo mala conciencia.