En marzo de 1914, fecha en la que Blas Infante presentó ‘El ideal andaluz’ en el Ateneo de Sevilla con sólo 28 años, en Europa, faltaban pocos meses para que el heredero del Imperio Austrohúngaro fuera asesinado en Sarajevo, 37 días después del magnicidio estallaría la Gran Guerra que acabó con el Imperio de los Habsburgo y puso la primera piedra de la Segunda Guerra Mundial. España estaba acosada por la deuda, un desempleo galopante y una crisis económica desoladora después de la pérdida de las colonias americanas. Los dos principales partidos se turnaban en el poder, conservadores y liberales, y la desafección política de las clases populares con las élites era cada vez mayor debido a la percepción de que la corrupción estaba instalada en las arterias principales del Estado. En Andalucía, campaban a sus anchas la miseria y el hambre. La ciudades comenzaban a llenarse de masas obreras provenientes de las zonas rurales y el caciquismo de los grandes terratenientes castigaba impúdicamente a la clase social mayoritaria: la jornalera. En el debate territorial, la Liga Regionalista Catalana consiguió que se aprobara, no sin esfuerzo, una descentralización con vistas a un Estado federal que fructifica en la creación de la Mancomunidad de Cataluña. A estas reclamaciones regionalistas le siguen las de País Vasco y Galicia. “Salvando las distancias, podemos decir que existe un gran paralelismo entre aquella España y la actual”, afirma el profesor Francisco Garrido, autor del estudio introductorio de esta ‘operación renove’ del primer libro del ideólogo del andalucismo histórico. NACIONALISMO ANTINACIONALISTA Garrido precisa que las reivindicaciones de autonomía de la época estaban imbricadas en el federalismo y en ningún caso en la independencia de las regiones. Un siglo después, “la obra parece más la propuesta de un nacionalista español que la esperable de un supuesto nacionalista andaluz”, detalla el profesor. “El nacionalismo andaluz de Blas Infante en realidad era un antinacionalismo”, dice Garrido, quien destaca la defensa del universalismo, la diversidad, la alegría y la fraternidad que hace el padre de la patria andaluza en su primer y más importante libro. El nacionalismo andaluz de Blas Infante “no defendía ni mucho menos romper con el Estado, abogaba, como los miembros de la Liga Regional Catalana, por un Estado federal cooperativo, descentralizado, radicaldemocrático y sin el peso de la monarquía y la Iglesia Católica, en oposición al nacionalcatolicismo”, subraya el profesor de Filosofía Moral en la Universidad de Jaén. UN INDIGNADO DEL 15-M Según el profesor Garrido, Blas Infante podría ser hoy uno de los cientos de miles indignados que ocuparon las calles y plazas en mayo de 2011 como respuesta a la “putrefacción política, al bipartidismo que entonces se llamaba ‘turnismo’ y a la apropiación de los recursos por parte de las élites económicas”. El tema de la desigualdad en el reparto de la tierra y los recursos es una de las ideas fuerza sobre las que gira ‘El Ideal Andaluz’, un texto político de movilización en el que Infante ya se muestra antitaurino y defensor de un país de países federados. El padre de la patria andaluza, que presidió la comisión que elaboró el estatuto de autonomía que nunca pudo aprobarse por las Cortes debido al golpe militar franquista de 1936 que acabó con su vida, desapareció del imaginario colectivo del pueblo andaluz durante la larga travesía de la dictadura franquista. RESCATE DE LA MEMORIA INFANTIANA “El rescate de Blas Infante, de su obra y de lo que representa, se lo debemos al Partido Socialista de Andalucía (PSA) y a andalucistas históricos como Pepe Aumente y Pepe Acosta que en la década de los 60 y 70 hicieron un trabajo encomiable de recuperación de su memoria”, asegura Francisco Garrido, quien confirma que en realidad las ideas infantianas no penetraron en las clases populares como sí lo hicieron las ideas socialistas o libertarias. El profesor Francisco Garrido, que ha estudiado con detalle El ideal andaluz y la prensa de la época, concluye que Blas Infante fue “un revolucionario moderado” que quería cambiar la situación de penuria de la región sin crear conflictos insalvables. “Ojalá todas las patrias pudieran decir que su padre fue un revolucionario moderado”, sentenció Garrido en el Ateneo de Sevilla, arropado por María de los Ángeles Infantes, hija de Blas Infante, en la presentación de esta aproximación histórica con la que el que el Centro de Estudios Andaluces quiere acercar la memoria infantiana a los nietos y bisnietos de aquella Andalucía de miseria que interpeló la conciencia del notario que ni en el paredón de fusilamiento dejó de gritar: “¡Viva Andalucía Libre!”.