El barrio de San Fermín, en Usera, es uno más de esos barrios al sur de la M-30. La capital queda siempre allí arriba, con su bullicio, sus modernos y sus precios prohibitivos. La vida es tranquila entre los edificios de ladrillo, o eso dicen tres residentes reunidos en torno a un café en una de las plazas. Los vecinos se acostumbran a un barrio que cambia y los más viejos todavía recuerdan los primeros tiempos. Llegaban de Andalucía, de Extremadura o de La Mancha. Hoy llegan del otro lado del charco, del otro lado del Mediterráneo o del otro lado de la ciudad; a uno de los múltiples edificios con familias realojadas, sobre todo de etnia gitana. Había muchas menos nacionalidades entonces. ‘Pero también menos comodidades’, recuerda con sorna Vicente, extremeño de 81 años.

La Caja Mágica emerge de San Fermín como la chincheta de un mapamundi. Recibe serena, llena de color y paciencia. Los vecinos saben que dentro de pocos meses la Caja se pondrá sus mejores galas y recibirá a centenares de miles de personas. Acompañarán a los tenistas más famosos del mundo en la decimoquinta edición del Madrid Open de tenis. La Caja Mágica, mientras, se va llenando cuando le dejan. Hace muy poco fue el escenario de uno de los grandes actos de campaña de Podemos, el partido que tiñó de morado todo el sur de la capital en las elecciones municipales integrado en Ahora Madrid.

Fátima tiene 15 años. Prefiere no desvelar su nombre real, tampoco dar más datos. Sabe que su familia no entendería por qué tiene que hablar con un medio de comunicación. Reconoce bajito que el Madrid Open le gusta. Le gusta que el barrio sea protagonista por una vez, le gusta ver a deportistas famosos y le gusta pensar que alguna vez lo cubrirá como periodista. Pero también reconoce, con algo de prisa por acabar, que tiene que salir de ese barrio y de esa familia. Sigue su camino con La Caja Mágica de fondo.

El Mutua Madrid Open de tenis atrae turismo, dinero, inversión y talento. Llega desde todos los rincones del mundo, pero también desde todos los rincones de la ciudad. Pero lo que de verdad deja el Open es el orgullo de colectivo de un barrio que, aunque sea solo una vez al año, encuentra su lugar en el mundo. También en la ciudad. También, esperan, para el Ayuntamiento de Madrid.

Lidia, 52 años y vecina del barrio de San Fermín, en el distrito de Usera, señala con orgullo que ‘La Caja Mágica y el Open de tenis ha puesto a mi barrio en el mapa. Esos días, por lo menos, dejamos de ser un barrio perdido en el extrarradio para ser la referencia mundial de tenis. Es todo Madrid, pero mi barrio nunca se vio en una igual’.

Antonio, jubilado y residente ‘de toda la vida’ del barrio, mira con melancolía desde el banco de la plaza. ‘Este barrio’, dice, ‘siempre ha sido trabajador y humilde. Ahora tenemos La Caja Mágica y por lo menos unos días al año subimos de liga. Es como lo de Primera y Segunda, ¿sabes? Al final algo queda siempre en el barrio, aunque sea en los bares, y sí creo que es bueno ver cómo los chavales se motivan pensando que algún día podrían jugar allí’.

‘La vida no es nada fácil aquí, la verdad’, se lamenta Vanessa, de 28 años. ‘No sé si el tenis nos ha regenerado de verdad esto, pero sí sé que por lo menos ahora existimos. Bueno, pues algo es algo, ¿no? De todas maneras este Ayuntamiento será diferente. Seguro que vamos a disfrutar más el Madrid Open de este año. Yo creo que algo pondrán para la gente del barrio’.

Tendremos que esperar hasta mayo para saber si tiene o no razón.