El ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, durante un encuentro con varios periodistas. EFE




Lo ha vuelto a hacer. El ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo, ha mostrado de nuevo su lado más incendiario al hablar del desafío soberanista en términos de "sublevación" que hay que sofocar. Una de esas frases que llevan a los independentistas a frotarse las manos y que provocan malestar incluso en el PP por su inoportunidad. Y es que no es la primera vez que el responsable de la diplomacia española muestra sus habilidades para enconar ánimos con sus incendiarias declaraciones o que divide al Ejecutivo de Mariano Rajoy con sus salidas de pata de banco.

1) La primera gran fractura interna que provocó el ministro fue curiosamente cuando intentaba hacer lo contrario que ha hecho este lunes, es decir, cuando mostró su lado más conciliador con Cataluña y habló de posibilidad de reforma constitucional y de cesión del IRPF. Pero la vicepresidenta de Gobierno le desautorizó públicamente y dijo que la propuesta de su ministro era "personal", lo que se unió a las críticas internas en el PP catalán porque García-Margallo hubiera aceptado debatir en la televisión catalana con Junqueras en la campaña electoral del 27-S. El ministro se defendió diciendo que no hacía nada sin consultarlo con el presidente Rajoy, pero acabó reculando en cuanto a sus ofrecimientos a Cataluña.

2) El otro gran jaleo interno en el que se vio envuelto García-Margallo fue después de que otro de sus compañeros de Ejecutivo, Cristóbal Montoro, le acusara en una entrevista de "arrogancia" intelectual. Al principio se lo tomó con humor pero al final acabó replicando varias veces a Montoro, presumiendo de sus libros publicados y espetándole que "si eres ágrafo y no lees" o que él preside "el mundo en este momento", en referencia a presidencia del Consejo de Seguridad de la ONU, mientras que su compañero "sólo ha viajado esta legislatura a Andorra y Bruselas". Tampoco se quedó corto a la hora de descalificar el vídeo del PP que presentaba al Gobierno de Rajoy como cirujanos ante la crisis: "Es malísimo. Cuando vi lo del hospital… Madre mía. ¿Quién lo autorizó?".

3) Parece claro que el jefe de la diplomacia es propenso a perder los papeles cuando aborda el tema catalán, porque en el Congreso mandó a un diputado de CDC, Jordi Xuclà, al "psiquiatra". Acabó retirando lo dicho a regañadientes a instancias de su compañero de filas Jesús Posada, el presidente del Congreso.

4) El ministro de Exteriores también ha mostrado su 'habilidad' para provocar a otros países a la hora de buscar réditos partidistas en España. Así, para descalificar al Gobierno de Tsipras en Grecia, llegó a proclamar en una entrevista en TVE que los 33.000 millones de euros de la aportación española al rescate heleno habían impedido mejorar las pensiones o las prestaciones de desempleo. Se le 'olvidó' decir que su Gobierno había comprometido 41.000 millones de dinero público para rescatar el sistema financiero nacional y hacer las cuentas de lo que eso había supuesto en coberturas o en otras prestaciones y servicios y más cuando su Gobierno se ha caracterizado por los recortes.

5) Cuando el ministro se pone en modo electoral tiene verdaderos problemas para la contención y puede emplear exageraciones dignas de figurar en el Apocalipsis. Otra de sus frases más 'celebradas' la usó para intentar alamar con los rivales del PP en las generales al decir que un posible pacto PSOE-Podemos "sería una catástrofe de dimensiones bíblicas para este país".