El periodista Esteban Hernández, autor del libro Nosotros o el Caos



La empresa y la política siempre han estado relacionadas, del mismo modo que lo han estado sus cambios sufridos en los últimos años con la revolución tecnológica. Dentro de este contexto se sitúa el ensayo del periodista Esteban Hernández donde busca describir de una forma densa, porque así es el tema, pero atrayente quiénes están triunfando y por qué. El también abogado responde a las preguntas de ELPLURAL.COM profundizando en las estrategias de la política, especialmente de la conservadora, pero sin perder de vista la actualidad, la "aceleración" de la que habla en su nuevo libro.

Ya solo con el título del libro, Nosotros o el Caos, lo podemos relacionar directamente con el argumentario de la clase política conservadora en España, pero ¿cómo ha llegado a erigirse como la verdadera defensora de la estabilidad?
Los partidos en el poder, y especialmente si son de derechas, han difundido en los últimos años el mismo discurso: “somos personas responsables, que estamos tomando medidas sensatas para que nuestro país vaya bien, para que podamos conservar lo conseguido con el estado del bienestar y para que los esfuerzos que hacemos nos hagan tener un futuro mejor”. El problema está en que las medidas que toman, casi siempre porque son impelidos a tomarlas desde instituciones y actores internacionales, provocan mucha inestabilidad. La manera de solventar eso, evitando el debate sobre las consecuencias de sus acciones, es poner el acento en la ineficacia, falta de solvencia o, a menudo, en lo peligrosos que son sus oponentes para el país.

Este 'caos' se podría incluir en el conocido como 'discurso del miedo', del que usted también habla en el libro. ¿Este discurso tiene actualmente verdadera influencia en la intención del voto de los españoles o la ha perdido con la crisis y la aparición de nuevos actores?
El discurso del miedo, cuando funciona, funciona muy bien. Y cuando no, se te vuelve en contra de un modo muy poderoso. Le ocurrió a Aznar/Rajoy en la campaña de 2004, les ha ocurrido ahora con las catalanas, y le pasó a la UE en Grecia, donde toda la insistencia contra Tsipras le reforzó en las elecciones y en el referéndum. Pero habitualmente, si la situación económica se percibe como estable, suele ser bastante eficaz. Y creo que los nuevos actores no van a cambiar esto. La insistencia del PP en la situación catastrófica a que nos abocaría un gobierno PSOE Podemos es una buena muestra de esta estrategia.

En su libro considera que las nuevas generaciones de votantes son pragmáticas y que, debido a esto, han entrado en política muchos aspectos del mercado para entender al 'consumidor'. ¿Por qué se ha producido esta evolución y qué partidos en España a su juicio han sabido ver esta transformación y adaptar sus estrategias a ella?
No, yo no lo considero. Son políticos profesionales, y muchos politólogos los que piensan de este modo. Ese votante racional y pragmático, más que una realidad, es un pequeño mito que utilizan para pasar por encima de los complejos factores que influyen en nuestras decisiones individuales y de las maneras en que conformamos las decisiones sociales. Les viene bien porque es un modelo sencillo, en el que todo encaja, pero que está lejos de la realidad.

El último debate entre Pablo Iglesias y Albert Rivera en Salvados ha sido descrito por algunos como un punto de inflexión en los debates electorales en España. ¿Lo ve usted así? ¿Cómo quieren los ciudadanos, a su juicio y con la transformación que recoge en el libro, que sean los debates electorales?
Como en otros aspectos de la política, la llegada de nuevos actores está obligando a los viejos a actuar de otros modos.

Para la próxima campaña electoral, ¿qué considera que es lo imprescindible que deben tener en cuenta los partidos a la hora de plantear su estrategia? ¿Y los candidatos al afrontarla?
Es una pregunta tremendamente compleja de contestar. Lo que sí puedo decir es que ese discurso de “nosotros o el caos”, es decir, “somos gente que aplica el sentido común y realiza políticas sensatas, y fuera de nosotros no hay más que inestabilidad, incertidumbre y riesgo” va a estar muy presente en esta campaña.

Sobre los medios de comunicación, usted es periodista y habla en su libro de la "aceleración" de todo lo que nos rodea. ¿Cómo ha influido esta celeridad, en el caso de la información, que imponen las nuevas tecnologías en la percepción que tienen de la política los ciudadanos?
España está viviendo una época en la que la política vuelve a interesar, y los medios tienen buena parte de culpa, también al hacer muy visibles a los actores emergente. En cuanto a la aceleración, ha influido de dos modos. Ha fragmentado mucho la información, creando nichos en los que los convencidos encuentran los contenidos que quieren encontrar,  y también cierta saturación, por la cantidad de mensajes que se emiten. Esto tiene parte positiva, porque tenemos más opciones de estar informados, y parte negativa, porque ha contribuido a la banalización de los mensajes, al producirse para nichos predeterminados.

También sobre esta "aceleración", en el libro reconoce que ha llegado a producir que "todo lo racional se desvanece en el aire" y que se "prioriza la imagen, la actitud y el rendimiento" por encima de “la eficacia y del buen desempeño profesional". ¿Esto es bueno o muy malo?
Yo diría que malo ¿no? Si a un periodista le contratan porque está en buena forma física, es atractivo y dice lo que sus jefes quieren que diga es porque las cualidades profesionales ya no tienen demasiada opción de hacerse valer. Pues imagina esto en una consultoría, en la banca de inversión, en un despacho jurídico o en una empresa que gestiona hospitales.