Amanece un nuevo día y la guerra final en el Partido Popular vive nuevas batallas. Montoro y Margallo siguen a su duelo a garrotazos, cada uno con las rodillas enterradas en diferentes periódicos, mientras José María Aznar sigue ejerciendo de llanero solitario, esta vez con una contundente tribuna en El Mundo enla que suelta mandobles para reivindicar, otra vez, su legado. Un solo de corneta del expresidente que centra su melodía en defender el Pacto del Majestic, el objeto arrojadizo que han usado en el entorno de Mariano Rajoy para defenderse de las críticas postelectorales del presidente de Honor del PP.

Tras el durísimo comunicado de FAES en el que Aznar ponía a caldo al PP de Cataluña y hablaba del "quinto aviso" que habían dado los votantes sobre Rajoy, desde la formación catalana salió Dolors Monserrat, vicesecretaria de Organización, a verbalizar lo que muchos en el partido piensan: que todos los males empezaron en 1996 en el hall del hotel Majestic, donde Aznar pactó con el nacionalismo catalán para ser investido presidente, a cambio de lo que Jordi Pujol le pidiese.

"Respeto sus palabras, siempre le escucho, pero no las comparto, como no compartí el Pacto del Majestic que Aznar suscribió con CiU y que permitió a Cataluña incrementar competencias", dijo Monserrat en una entrevista en Onda Madrid. La catalana tachó de "deslealtad absoluta" de Aznar a Rajoy y su propio partido "el comunicado que hizo" a menos de tres meses de las generales. "Que coja el teléfono y se lo diga a Rajoy".

Más contundente fue Alejo Vidal-Quadras, a quien Aznar echó como líder del PP catalán para contentar a Pujol y evitar la imagen españolista de la formación. Vidal-Quadras le dijo a Aznar que sería más "creíble" si hiciera autocrítica respecto al Majestic porque fue él quien "entregó Cataluña a los nacionalistas renunciando a un proyecto político propio, serio y valiente".

Pero la autocrítica no es una facultad entrenada por Aznar y en su tribuna de este viernes defiende que el del Majestic fue "un acuerdo muy positivo para toda España y muy bueno también para Cataluña". Y se dedica durante varios párrafos a describir cómo propició un gobierno que "asentó la recuperación, el crecimiento y el empleo", luchó contra el terrorismo. mantuvo al "catalanismo (...)alejado de pretensiones maximalistas" y con el que casi llovía maná del cielo.

Para su argumentación, Aznar rellena el texto con infinidad de datos y cifras pero, como en los trucos de ilusionismo, es más relevante lo que oculta que lo que muestra. Por ejemplo, presume de el pacto supuso "un notable crecimiento electoral a medio y largo plazo para el Partido Popular de Cataluña, que pasó de 8 a 12 escaños en las generales de 2000". Pero, ¿y en el corto plazo? Pues Aznar olvida justo reseñar que en las autonómicas de 1999, las primeras tras el pacto, el PP consiguió 12 escaños, sólo uno más de lo que obtuvo la formación en el desastroso 27S.

Pacto del Majestic, en 1996, con caras hoy reconocibles como José María Aznar, Jordi Pujol, Rodrigo Rato, Mariano Rajoy o Josep Antoni Duran i Lleida.



También reseña Aznar en varias ocasiones algunas cesiones de competencias que eran "compromisos de la legislatura anterior", como si todo fuera culpa de los socialistas y él no hubiera sido el joven líder de la oposición con bigote que aparece en las fotos de 1992 firmando los pactos autonómicos con Felipe González.

Una excusa que le vale también para justificar las cesiones "en Sanidad", pero llama la atención que no haya una mención a la Educación. Quizás porque gran parte de las cesiones educativas las firmó su gobierno, o porque la Ley de Política Lingüística de 1998, que ahora tanto critica el PP por discriminatoria, contó con el visto bueno de Aznar, que evitó recurrirla ante el Constitucional y presionó para que el Defensor del Pueblo tampoco lo hiciera. El expresidente no contesta así a una de las principales acusaciones de Albert Rivera, cuando suele decir con el independentismo "todo empieza ahí, con la Educación".

La puntilla de Aznar, el trabucazo final, es su mención a Rajoy, dejando claro que no sólo estuvo allí, posando en el hall para el retrato que ilustraría el pacto, sino que hasta hace dos días estaba tan orgulloso del Majestic como para loarlo en su biografía. "Para los lectores suspicaces, aclararé que precisamente una de las personas clave en este acuerdo fue Mariano Rajoy y que nunca lo ha ocultado. En varias ocasiones durante la legislatura anterior, en circunstancias bien distintas desde luego, habló de un posible 'Majestic II' y en su autobiografía, publicada en 2011 (...), lo explica bien".

Tanto empeño pone como para citar una parrafada de la obra en cuestión, En Confianza, publicada en 2011:

"La imagen de ese acuerdo de apoyo de CiU al Gobierno del PP, en el cual yo tuve una participación muy activa llevando gran parte de la negociación y alcanzando puntos de entendimiento, fue la fotografía de la cena en el hotel Majestic de Barcelona. Por eso se bautizó como 'el pacto del Majestic'... Gracias a ello hicimos posible una de las etapas más brillantes de la reciente historia contemporánea de España".