Todo vale
Empiezan a sonar las alarmas. Artur Mas sabe que no puede contar, a día de hoy, con ningún grupo que apoye su investidura como presidente de la Generalitat. Ni siquiera la Asamblea Nacional de Catalunya y Ómnium cultural se han pronunciado en favor del presidente en funciones.

Ante un escenario tan poco halagüeño, empiezan los movimientos para forzar que Mas sea investido. El número siete de la CUP, el intelectual Julià de Jòdar, ya se ha descolgado de la postura de su formación. En varios tuits ha reconocido a Mas como “uno de los nuestros” y ha pedido que no se caiga en el “sectarismo de clase”.

 

 

No se ha quedado ahí. Con frases como “ahora no lo vamos a dejar solo”, se enfrenta a la firme postura que Antonio Baños, líder de las CUP, defiende. Baños ha echado en cara a Mas que siempre prometiese que no iba a ser un obstáculo, que el proceso no era él y que, si hacía falta, iría el último de la lista de Junts pel .

Ahora se comprueba que todo era una maniobra de hábil camuflaje político, y que nunca tuvo otra intención que la de continuar al frente de la Generalitat, para desespero de los que cayeron en su trampa.

Las declaraciones de Jòdar han causado un profundo malestar en la formación independentista radical. Fuentes cercanas a su dirección ya dicen en privado que las consideran totalmente inadecuadas y fuera de contexto. Con la hipotética defección del parlamentario, a la que podrían seguir un par o tres más, Mas tendría casi la mayoría que busca desesperadamente.

De ahí que los teléfonos echen chispas en éstos días. No son solamente los diputados de  la CUP los que se ven presionados enormemente por el aparato de Mas. Quim Arrufat, ex diputado de las CUP, ha declarado que están siendo sometidos a un acoso y derribo en las redes sociales, amén de unas presiones terribles. Sin concretar de qué tipo son, resulta fácil sumar dos y dos y comprobar cómo tienen al enemigo en casa.

Pero no son los únicos. Hay otros a los que el núcleo de Mas les tiene echado el ojo.

Los comunistas que nos convienen
Algunos intelectuales y personalidades que orbitan alrededor de la formación Catalunya sí que és Pot, liderada por el activista vecinal Lluís Rabell, también están apretando para que éstos den su voto a Mas. Los argumentos no parecen haber hecho mella entre los dirigentes de ésta formación, que ha reivindicado el papel del viejo PSUC en la campaña, declarándose sus herederos.

Conviene recordar, sin embargo, la relación que entre los comunistas catalanes y el pujolismo ha existido a lo largo de las últimas décadas. No es baladí el hecho de que el historiador de cabecera de Pujol fuese Josep Benet, furibundo enemigo de Josep Tarradellas, presidente de la Generalitat en el exilio y alguien a quién Jordi Pujol odiaba por entender que era un obstáculo a sus fines. No en vano el propio Pujol se refería a Benet como “el comunista que ens convé”, el comunista que nos conviene.

La animadversión histórica de los comunistas frente al partido socialista hizo que, en no pocas ocasiones, se estableciese entre los nacionalistas y ellos una alianza táctica, un mariàge de raison, con tal de perjudicar al PSC. El PSUC nunca pudo digerir perder lo que consideraba su preminencia histórica en el campo electoral de las izquierdas. De ahí que jamás se pudiera establecer en el parlamento catalán una unidad de acción entre socialistas y comunistas.

En localidades como Santa Coloma de Gramanet o Sabadell, que fueron feudos comunistas en su día con alcaldes como Lluís Hernández – que llegó a rayarle el automóvil a la que fue su sucesora en el cargo, la alcaldesa socialista Manuela de Madre – o Antoni Farrés, al que sucedió Manel Bustos, ahora inmerso en el nebuloso caso Mercurio, las agrupaciones locales siempre jugaron la carta de que cualquier cosa valía para echar a los socialdemócratas.

¿Es posible que algunos diputados de la lista comunista se pasen y den su voto a Artur Mas? ¿El Tamayazo va a producirse en Catalunya? Habrá que esperar y ver si la firmeza de Rabell y su capacidad de cohesionar a sus diputados es sólida. Sea como fuere, todo indica que Mas está, como dijimos en el artículo de ayer, gastando sus últimos cartuchos.

Tenemos por delante unos días apasionantes.