E
El dictador del Chad, Hissene Habré, conducido por la Policía al banquillo de los acusados

l camino polvoriento y lleno de baches que se ha de atravesar para llegar al Palacio de Justicia de Dakar bien podría ser una metáfora de la incansable lucha de las víctimas del ex dictador chadiano Hissène Habré. La arena de donde acaba (o comienza) el desierto se agolpa sobre el cálido asfalto que a las 8:30 de la mañana ya padecía el típico embotellamiento oriundo de Dakar.

La sala, llena a rebosar
No eran todavía las 10:00 en Senegal, pero la sala número Cuatro ya estaba a rebosar. De frente hay un largo estrado para acoger, de cara a la galería, a algunos de los protagonistas de la jornada. En el extremo izquierdo cuatro sillas reservadas para la Fiscalía. En la otra punta, hace su entrada el secretario judicial. Los últimos en tomar su puesto son los tres magistrados de la Sala Extraordinarias Africanas, el tribunal híbrido que desde el lunes tiene por cometido hacer que por primera vez un ex jefe de Estado rinda cuentas ante la Justicia.

Víctimas y ONG
En primera fila, a la derecha, se encontraban listos y preparados los abogados de la acusación particular. Llegaron temprano y en ningún momento se separaron de las víctimas que se sientan justo detrás, junto a grandes activistas de ONGs como Human Rights Watch. En el ala izquierda algo reclinado y con cierta mirada incrédula y desafiante se encontraba el abogado defensor. Las cámaras se agolpaban en torno a él. Parecía dispuesto a hacer alguna declaración.

La defensa “es una farsa”
Con notable vehemencia aseguró que este proceso no era más que una farsa; una gran mentira; una persecución política de Occidente contra África, pero que en esta ocasión, había encontrado el apoyo de la propia Unión Africana que se vendía al extranjero. “No existe jurisdicción contra mi cliente. La Salas Extraordinarias Africanas no tienen jurisdicción”.

Los gritos de Habré
De pronto, las cámaras cambiando la dirección de su objetivo en un giro de 90 grados. Una figura casi irreconocible envuelta en voluminosas capas de tela blanca y espeso turbante propias de la región del Chad es llevada hasta el asiento reservado al acusado. Hissène Habré se sentó por primera vez en el banquillo. Pero no duró ahí demasiado tiempo. Empezó a gritar, a agitarse escapándose de los guardias.



Enfrentamiento bochornoso
Un extremo de la sala se puso en pie lanzando consignas a favor del ex dictador y en contra del juicio: “¡Viva el Chad! ¡Viva el Chad!” Un hombre de unos treinta años tomó el pasillo principal de la sala esgrimiendo “¡el hombre al que vais a juzgar hoy preservó la libertad y soberanía del Chad!”. La tensión era palpable. Hissène Habré, tras acabar su bochornoso espectáculo, fue conducido a otra sala. Ya no volvería a aparecer en toda la jornada.



“Los delitos que a este tribunal ocupan...”
Al fin se abrió la puerta por la que debían salir los únicos que faltaban. El público se puso en pie. Entra la Fiscalía, el secretario judicial y finalmente los tres jueces. Así dio comienzo la apertura del histórico juicio. El secretario judicial enunciando el caso inaugurado en fase oral. “Los delitos que a este tribunal ocupan son crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad y torturas”.

Sangrienta represión
A Hissène Habré se achaca la sangrienta represión lanzada contra su propio pueblo entre 1982 y 1990. Podría ser considerado como otro peón más de la Guerra Fría cuando alcanzó la jefatura del Estado en Chad. El conflicto civil, que se prolongó años atrás, estuvo a punto de resultar en la anexión del Chad a favor de la Libia de Gadafi.

Política sistemática de torturas
Nacionalista acérrimo, Habré jugó bien sus cartas y se hizo con el asiento del poder del que no se movería hasta que un golpe de Estado lo depuso en 1990. El dictador se armó de todos los instrumentos del Estado para reprimir cualquier atisbo de oposición política. La política sistemática de torturas contra la población civil no había hecho más que comenzar.

Victimas contra la impunidad
Perder la hegemonía era sinónimo de exilio en una jaula de cristal llamada Senegal. El país de mayoría musulmana y francófona como el suyo parecía un óptimo refugio. Así fue hasta ahora. Las víctimas, organizadas desde poco después de que finalizara su calvario comenzaron a buscar los mecanismos más apropiados para luchar contra la estela de impunidad que Habré había dejado tras de sí.

Contra la dignidad del ser humano
El Secretario Judicial concluyó la exposición de los cargos. La presidencia de la sala invita a los miembros de la Fiscalía y acusación particular a presentarse. El turno de la defensa y acusado para darse a conocer quedó desierto. Se otorgó entonces la palabra al abogado general de la Fiscalía que se levanta y toma el micrófono. “La impunidad atenta contra el Estado de Derecho y la dignidad del ser humano”.

Al principio, confusa respuesta
Desde que las víctimas llegaron por primera vez a los juzgados de Dakar en el año 2000, la respuesta de la justicia senegalesa no fue del todo coherente ni estable. La postura inicial del juez de instrucción y la Fiscalía que acogieron de buen grado la denuncia fue rápidamente corregida por el Tribunal de Apelación.

La obstrucción de Senegal
Desde ese momento y hasta hace relativamente poco, la obstrucción a la Justicia ha sido una constante en Senegal que se escudaba en razones jurídicas (irretroactividad de la ley penal, la falta de jurisdicción, el respeto al principio non bis in idem) y económicas (inexistencia de recursos que finalmente se han recolectado gracias a la ayuda internacional de la Unión Africana y otros países).

El silencio no le ampara
La exposición del fiscal general se prolongó 35 minutos en los que aprovechó para hacer un repaso de todo el historial procesal del caso. Todo un rosario de complicados antecedentes. “Es momento de que responda ante la historia de sus acciones” -la última afirmación lapidaria de la Fiscalía hacía referencia a la negativa de Hissène Habré a comparecer -. “Su silencio no se interpretará como una estrategia de defensa, sino como el asentimiento de sus actos”.

El gran honor de la defensa
Era el turno de la acusación particular. La letrada Jacqueline Moudeina expresó el gran honor que para ella suponía estar por fin ahí en representación de las víctimas. “Este juicio es de la toda humanidad entera”. Poco antes de empezar la vista oral, tuve la oportunidad de hablar con ella. Espera que después de tantos obstáculos para llegar hasta aquí, los jueces elegidos en base a su imparcialidad, independencia y capacidad garanticen que los escollos que hasta entonces eran patentes no vuelvan a emerger.

Habré se niega a comparecer
Los jueces al ver que no había más observaciones admitieron estar ante su primer reto. Los guardias fueron enviados a buscar a Hissène Habré para invitarle a entrar en la Sala. La negativa fue expresa y los agentes se reincorporaron cerrando la puerta que da a la habitación en la que Hissène Habré permanece recluido. El desafío de los jueces estaba servido: decidir, con ajuste al Código Procesal Penal de Senegal qué hacer con el acusado que se niega a comparecer. Con la intención de resolver dicha cuestión la apertura del juicio se declara concluida. Eran las 12 del mediodía en Dakar.

Se sentará en el banquillo
Con un retraso de media hora, los magistrados entraron en la Sala. Tomaron asiento y leyeron el acta de Hissène Habré en la que rechazaba estar presente en el juicio. “este proceso es ilegal e ilegítimo. Ustedes no son jueces, sino funcionarios que tienen que cumplir con un mandato, un proyecto político”. Habré insiste en no reconocer la jurisdicción de la sala. Los jueces dan a conocer su decisión: Hissène Habré estará presente en la vista de mañana, 21 de julio, a las 9:00. Será traído contra su voluntad a la fuerza. Ahora sí se sentará por fin en el banquillo frente a sus víctimas.

*Manuel Miguel Vergara es director del Departamento Jurídico de la Fundación Internacional Baltasar Garzón. www.fibgar.org