En un lugar de Cantabria de cuyo nombre no quiero acordarme (Santullán), vive Héctor Amorrosta (@amorrosta), un joven periodista, pausado de palabra pero inquieto de hechos, o por lo menos eso dice su historia. La ha plasmado en un libro que vende por Internet y que ha podido sacar gracias al crowdfunding.

Bajo el sugerente título de El Buscador de Sonrisas, narra su propia aventura, una de esas que para cualquier avispado directivo de televisión tendría cabida en una parrilla en prime time y bajo el epígrafe de reality show -¡y sin despelotarse!-. Porque recorrer media Europa andando está al alcance de muy pocos y uno solo se ha atrevido a hacerlo... y la experiencia es tan vital que no se presta a experimentos de la caja tonta.

De Santullán a Hamburgo. 23 años, 2.000 kilómetros a pie y la única compañía de su positividad, “que es una palabra que se inventó mi abuela, el poder de ser positivo", o lo que es lo mismo, observar, ver y vivir la vida con esa actitud. Al fin y al cabo ese estado de ánimo permanente “es el que te lleva a continuar cuando un día te levantas y te duele un pie o el cuerpo entero y no te apetece seguir”.

En su página web está descrito el viaje. En el libro, la experiencia al completo. No es la primera vez, ni será la última, en la que Internet cumple el objetivo para el que nació: conectar de forma libre e independiente a las personas. También podría ser el ejemplo de la globalización buena, esa de la que se pueden extraer conclusiones positivas y beneficiosas para la sociedad más allá de los intereses económicos de unos pocos.

Una bitácora, de verdad
Sus vivencias, etapa por etapa, aparecen en la bitácora que creó nada más concluir su experiencia de tres meses recorriendo el viejo continente, de sur a norte.

Héctor se llevó 300 fotos al viaje que vendía en exposiciones callejeras. (FOTO: H. Amorrosta)


No es lo común que una iniciativa de este tipo, andar desde Cantabria hasta Hamburgo, surja de manera espontánea. Pero la realidad es que así fue. Como explica su protagonista, todo surgió “cuando un día decidí ir desde Santullán a Bilbao andando”. 'Solo' 50 kilómetros en un día. Si a esto le sumas el gusto por viajar “y si puedo hacer lo de andar todos los días ¡No 50 kilómetros, claro! sino poco a poco ¿hasta dónde podría llegar?”.


Y así empezó todo. Que nadie busque promesas religiosas muy propias de esta época de Semana Santa, ni peregrinaciones futboleras, ni siquiera historias de amor imposibles. Nada de esto. Héctor se puso a andar porque sí, para vivir una experiencia única. “La verdad es que cuando decido ponerme a andar no sabía cuánto iba durar. Si a los tres días iba a acabarse". Tiene un amigo en Hamburgo y si llegaba allí “pues lo iba a ver”. Y llegó, y lo vio. De hecho, se quedó con él una temporada.

No hay nacionalidades mejores o peores
Seguramente son muchas las anécdotas que guarda en su memoria. En la conversación que mantenemos cuenta algunas. Sin embargo, incluso en aquellas en las que se nota cierta tensión (no mucha), aparece de nuevo esa actitud positiva, ese observar la vida desde una perspectiva propia de los 60, es decir, con esa especie de 'haz el amor y no la guerra' que le lleva a hablar de los nacionales de los países por los que ha pasado con gran respeto. “No se puede decir que los franceses sean mejores que los alemanes o viceversa. Hay de todo en todos los lugares. No creo que existan diferencias”, para zanjar el tema diciendo que "en Europa todos somos iguales".

Y esto lo dice incluso después de frustrarse en una de las etapas en su intento para pasar desde Francia a Inglaterra. El barco que lo llevaba era gratis con el carné de estudiante, siempre y cuando alguien lo llevase en su coche. Dos días estuvo intentando que alguien le permitiese subir a su automóvil para poder hacer el viaje y nada de nada, ni siquiera los compatriotas... Al final, si hablamos de prejuicios, estos tampoco tienen fronteras.

Mejor 'perroflauta' que...
A lo mejor Héctor, es que muchos veían en ti lo que algunos denominan despectivamente un 'perroflauta'. “Sinceramente, me considero un perroflauta, porque creo que es mejor eso que otras muchas cosas de las que tenemos ejemplos cada día”.

A lo largo de esta legislatura, algunos miembros del actual Gobierno hablaron de los jóvenes, de sus escasas o nulas posibilidades de salir adelante en este país. A ellos se referían con aquella “movilidad exterior” a la que unían el “espíritu aventurero” de un colectivo que se ha visto obligado a emigrar a otros lugares por la ausencia de oportunidades en el suyo.

Con muchos de ellos también se encontró El buscador de sonrisas.

Véndeme tu libro
“En él hablo de la solidaridad humana porque en el viaje ha habido muchas personas que me han invitado a su casa, o me han dado comida por la calle, y cuando me daban dinero lo rechazaba por yo no buscaba eso. Al final todo se basa en la positividad (ese término que usaba mi abuela) porque al fin y al cabo, esa actitud es la que hace sigas adelante. Además, esa positividad en el viaje también me ha permitido superar momentos complicados de tensión o de soledad”.

Para vivir esta experiencia, Héctor llevó algo de dinero y más de 300 fotografías realizadas por él mismo que vendía - “por una me llegaron a dar 10 euros”- y regalaba. Y la cosa no fue mal porque al llegar a Hamburgo únicamente conversaba menos de la mitad.

La siguiente aventura
A alguien que ha recorrido más de 2.000 kilómetros a pie siempre hay que preguntarle por su próximo reto. “De momento no tengo nada pensado... aunque a veces me viene a la cabeza lo de hacerlo corriendo”.

Dice que no lo tiene decidido. Simplemente se le ha pasado por la mente. Para hacerlo a pie Héctor no necesitó motivación alguna. Ahora, ante lo de correr, sus amigos le dicen que es imposible pero, como él mismo reconoce, “lo mismo aseguraban de ir andando”. Recordando como surgió la primera aventura, habrá que estar muy pendiente.