Todo parece indicar que se abre un nuevo contexto económico con oportunidades de crecimiento. La caída en el precio del petróleo, el bajo coste de la deuda, el tipo de cambio del euro favorable a la exportación y las nuevas estrategias expansivas del BCE parecen animar algo la economía. También es cierto que se mantienen  incógnitas relevantes en torno a la baja productividad, los altos niveles de deuda y los riesgos de deflación. No obstante, si la ansiada recuperación fuera un hecho en nuestro país, como todos deseamos, la gran pregunta sería: ¿quién se va a beneficiar? ¿el 10% que ya se benefició de la crisis? ¿o el 90% que la sufrió?

Como viene siendo habitual durante los últimos años, el liderazgo de las ideas progresistas nos llega de Norteamérica. Ha sido Obama, el Presidente de los muy capitalistas Estados Unidos, quien ha pronunciado las frases que, al parecer, ningún gobernante europeo de izquierdas se atreve a pronunciar: “¿Aceptaremos una economía que solo beneficia a unos pocos espectacularmente?”, “A todos los que rechazan subir el salario mínimo, les digo: si crees que se puede mantener a una familia con menos de 15.000$ al año, pruébalo”, “Es hora de un mayor reparto de las cargas entre los ricos y las clases medias”. Son las ideas “post-capitalistas” y de la “economía para la igualdad” que defienden Piketty en Francia y Pedro Sánchez en España.

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