Negarlo sería de estúpidos. De acuerdo con el indicador adelantado de inflación hecho público por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el IPC agudiza su caída con un descenso de los precios del 0,4% debido al abaratamiento de la energía provocado a su vez por la caída de los precios del petróleo, por debajo de los 80 dólares el barril de Brent. Con el dato de noviembre se suman cinco meses consecutivos con el IPC en negativo y es la sexta vez en 12 meses. Éste último es el parámetro que certifica la deflación: seis meses en negativo en un año. No obstante el Ministerio de Economía ya se ha puesto la venda antes de la herida y la pasada semana filtraba lo que se ahorraría el Estado por el abaratamiento de petróleo, que llegó a cifrarlo en un 1% del Producto Interior Bruto (PIB). Lo del ahorro es verdad, y lo de la deflación también. Y que la deflación es lo peor que le puede pasar a una economía, porque es como estancarse como enfermo crónico, también.

Se intensifica la caída
El dato de noviembre es muy malo, y no solo porque se encadenen cinco meses con tasas negativas y porque sea la sexta vez en un año, sino porque ha sido una caída abrupta, de un -0,4% mientras que en octubre fue de un -0,1%. El INE explica la bajaba debido "casi en su totalidad por la bajada de los productos energéticos", concretamente por la bajada de la electricidad y las gasolinas. Este descenso implica que la variación anual del IPC armonizado se queda en noviembre en el -0,5%. De confirmarse el dato a 30 de noviembre, bajaría tres décimas respecto al mes anterior.

Los riesgos de la deflación
Explicada llanamente la deflación consiste en una caída sostenida de precios que llega a un nivel en que para vender, los productos se tienen que producir reduciendo costes de forma brutal, lo que provoca más despidos, cierre de empresas o comercios porque no pueden subsistir y más contracción el consumo. Es la pescadilla que se muerde la cola. Al mismo tiempo nuestra deuda (hipotecaria, personal o como Estado) se encarece, porque aunque sean los mismos euros tenemos que trabajar más y ahorrar más para pagarla.

Urge que Europa nos socorra
El banco Central Europeo (BCE) nos salvó de la quiebra y el rescate en 2013 y ha bajado nuestra prima de riesgo. Ya podemos pedir prestado para financiarnos a precios asequibles. Pero ahora necesitamos gasolina para que el motor arranque, y aquí no tenemos gasolina. Tanto el Fondo Monetario Internacional (FMI) como el propio BCE  y la OCDE llevan meses urgiendo a que Europa adopte medidas de estímulo. Parece que, por fin, el Plan Juncker de inversión pública se activará en unos meses, después de vencer la resistencia alemana. Como siempre Bruselas reacciona al borde del abismo, pero cuando lleguen las inversiones europeas a España estaremos todavía más asfixiados de lo que estamos.