A Jesús Posada, presidente del Congreso, el número de implicados del PP en corrupción no le parece “excesivo”. Debe ser la línea del discurso marcada desde la dirección popular, porque este fin de semana Rajoy ha dicho más o menos lo mismo. Dentro, sin embargo, la cosa es bien distinta. “En Génova –afirma este lunes Raúl del Pozo en El Mundo-, “a los delfines y delfinas no les cabe un piñón por el culo” y no es de extrañar, añade, “porque vuelan por el hueco de los ascensores los pagarés que encontró Rosalía Iglesias en su propio colchón después de que entrullaran a Luis Bárcenas”.

Los manguis que eran la rehostia
“En todos los telediarios caminan como manguis los que hasta hace unos días eran la rehostia. ¿Y qué van a hacer los españoles que han confiado su vida y sus dineros a una pandilla de harpagones, de idiotas morales, que cuanto más trincaban más lampaban?”, escribe del Pozo.

No hay solución frente al saqueo
Según el periodista de El Mundo, “el PP, el PSOE y sus militantes, la mayoría honorables, han descubierto ya que robar ha sido oficio libre y consentido. Otra vez, en España se han hecho grandes los apellidos a base de mangues, mordidas y untajes”, como en tiempos remotos.

Del Pozo cree que no hay solución, porque “contra la farsa y el saqueo, no es bastante el puño sin obreros de Podemos”. Y a éstos también les da lo suyo: “Convirtieron Sol en la Piazza della Signoria de Florencia, arrojaron a la hoguera de las vanidades las efigies de los mangantes. Pero, ¿qué puede hacer Savonarola contra el Ibex? La corrupción se multiplica y es inútil que los partidos, que la han disfrutado, vengan ahora con la receta catártica. Ya es tarde”.

La revolución de los lazarillos
Podemos, escribe Del Pozo, “anuncia una virtud nueva”, una “revolución del sentido común con lazarillos que ayudan a los mayores a utilizar las redes sociales. Piensan que la nueva revolución es la democracia digital y que la Komintern es internet, con Cuadernos de la cárcel de Gramsci como nuevo libro rojo”.

“Muy bonito” lo que profesan en “asambleas”, dice Del Pozo, “pero yo creo que ni la ética ni el regeneracionismo fueron nunca una fuerza revolucionaria. Eso es cosa de krausistas y profesores. Gramsci era un bolchevique. Con la ética, el piñón vuelve a caberles por el culo”, concluye.