Me recuerdo y me veo medio lela pero cargada de energía y de cierta capacidad de análisis. Vamos, lo normal. Y entonces miro al "pequeño Nicolás" y alucino. ¿Cómo es posible que un "pipiolo", un chavalito, que por muy inteligente que sea anda en modo "credibilidad cero", que un pedante repipi que acaba de superar la mayoría de edad se cuele en círculos vetados a cualquiera, en ámbitos exclusivos? ¿Cómo es posible que alguien le escuche y reaccione a sus estímulos tal y como él pretende en vez de darle una palmadita en la espalda y mandarlo a casa con mamá? Entiendo que con esa edad y, quizá, con aires de grandeza, el chaval soñara e intentara progresar adecuadamente y a velocidad de vértigo en este mundo cruel que te niega cualquier derecho por el mero hecho de pretenderlos. Imagino que miró a su alrededor, vio lo chusco del panorama y concluyó lo que cualquiera: "la cosa está chunga". Pero de ahí a montarse el "rollo" que se ha montado. ¡Qué quieren que les diga!.
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