Casi 600.000 euros diarios entre 2006 y 2013. Es el gasto que hizo el Consell valenciano con cargo a su peculiar 'caja black', la caja fija de gastos, que no requiere el control previo. En ese periodo de tiempo se abonaron facturas por un valor total de 1.150 millones, según el informe de la Sindicatura de Cuentas de la Generalitat. El diputado del PSPV Rafa Rubio considera "escandalosa" la falta de transparencia de la administración valenciana con estos gastos, "perfectamente legales, pero que deberían estar justificados". Su partido ha pedido en reiteradas ocasiones el expediente mensual de las cajas fijas de Presidencia y Sanidad desde 2006 hasta agosto de 2014 obteniendo un no por respuesta.

Alberto Fabra, durante una visita a la lonja de Denia. (Foto: Flickr Presidencia de la Generalitat)



Ocultismo del Consell
Esta "opacidad absoluta" de la Generalitat ha chocado con el Tribunal Superior de Justicia, que ha dictaminado en una sentencia que la Conselleria de Hacienda y Administración Pública debe facilitar a Compromís las facturas y justificantes de gastos hechos desde el año 2006. La Generalitat ya ha anunciado su intención de recurrir esta decisión ante el Tribunal Supremo.

Vitaminas para Fabra
Aunque son pocos los gastos que han trascendido de la caja fija, hay algunos que sí se conocen y provocan serias dudas sobre el uso que se ha dado a este fondo. Por ejemplo, se han comprado vitaminas para el president, tal y como denunció el Levante, que tuvo acceso a las facturas que filtró el topo del Consell, contra quien el Ejecutivo de Fabra montó una auténtica caza de brujas.

La lista de la compra...
Esther Pastor, estrecha colaboradora de Fabra y secretaria autonómica de Organización, Coordinación y Relaciones Institucionales de la Presidencia de la Generalitat Valenciana,  se gastó casi 3.000 euros en llenar la despensa a cargo de la Generalitat: chorizo de cantimpalo, cantidades ingentes de pechugas de pollo, flanes de huevo, ñoras, un bote de tomillo, arreglo para el cocido... Sus facturas apuntan a compras para una o dos personas, no para el “comedor” del Govern, como se intentó justificar desde el Ejecutivo cuando saltaron a la luz.

...que justifica la consellera
Varios altos cargos de la Consellería de Medio Ambiente también cargaron lo que más bien parece una lista de la compra a la Generalitat, pechugas Villaroy, huevos kinder, yogures activia, raciones de paella... Sin embargo, la consejera de Infraestructuras, Territorio y Medio Ambiente, Isabel Bonig, justificó en Les Corts Valencianes, en marzo de 2012 estos gastos. En su opinión, entraban “dentro de lo normal” ya que los responsables públicos atendían muchas visitas a las que podían ofrecer “un café o unas rosquilletas”. Incluso llegó a asegurar que esas compras decían “mucho sobre la capacidad de trabajo” de sus altos cargos, que en lugar de ir a comer fuera “aprovechan mejor el tiempo” y almuerzan en su puesto de trabajo.

Las noches de hotel de Pastor y Fabra
Las noches de hotel en fin de semana de Pastor y el propio presidente de la Generalitat también podrían haberse pagado con cargo a la caja fija. En diciembre de 2013, Manos Limpias presentó una denuncia contra Pastor acusándola de haber utilizado dinero público para pagar estancias privadas en hoteles de la costa valenciana y de Madrid. Y en medio de la demanda incluía una insinuación que se convertía en la comidilla de la vida política y mediática valenciana: “Todo parece indicar -escribían en la denuncia- que (las habitaciones) no sólo han sido utilizadas por Pastor”.

Año Nuevo gratis
Remontándonos más atrás, encontramos el caso de Cristina Serrano, quien, durante su etapa como subsecretaria de Medio Ambiente -cuando la cartera estaba en poder del polémico Juan Cotino- cargó a su tarjeta de crédito pública sus noches de hotel durante el Año Nuevo de 2010. Una cuenta que ascendió a los 444,27 euros, dado que era un alojamiento de cinco estrellas en Alicante.

Bonsais y mariscadas
Serrano también autorizó facturas de flores para actos protocolarios, arreglo y mantenimiento de un bonsai de su despacho por valor de 569,65 euros. A lo que habría sumar sus “comidas de trabajo” en el restaurante Novecento o una mariscada de trabajo finalizada con whisky de 12 años para tres comensales. Sin olvidar sus gastos en taxi, transporte en el que llegó a gastar 110 euros por una carrera que no suele superar los 15 euros.