A Rajoy se le complica la agenda electoral. En las últimas semanas ha cambiado demasiado el panorama como para que se lo juegue todo al crecimiento económico y la recuperación del empleo. Sobre Europa sobrevuela de nuevo el fantasma de la recesión, la tercera desde el derrumbe de 2008; los mercados bursátiles vuelven a los nervios, caen nuestras exportaciones de manera preocupante y la recaudación tributaria se estanca. Además, Merkel sigue enrocada, pese al riesgo de una nueva depresión europea, y Francia e Italia continúan en su retroceso imparable. Si todo lo anterior no fuera suficiente, en nuestro propio patio vivimos una severa crisis sanitaria a causa de una pésima gestión gubernamental sobre el ébola (que pudiera conducir a un estadio de crisis de histeria de haber nuevos contagios), y la cuestión catalana continúa despendolada y sin que nadie sepa qué puede ocurrir mañana.

Este cóctel es lo suficientemente explosivo como para que el gobierno, su partido y grandes apoyos puedan digerirlo con el simple eslogan de “la recuperación en marcha”. En Moncloa ya lo han advertido porque desde hace varios días los mantras sobre recuperación y empleo se les caen de la boca pues son pocos quienes les creen. Tienen que ponerse manos a la obra y construir otro discurso con total rapidez. Y lo más probable es que estén en ello. Lo tienen difícil aunque pronto veremos como el gobierno ha inventado nuevas recetas para salvar a España de un nuevo naufragio.

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