Lo que llegaba a sus oídos hasta ese momento era la negativa cerrada de la práctica totalidad del mundo sanitario -incluidas sus autoridades- a que se repatriara a cualquier persona infectada. “Porque no estamos preparados, no tenemos equipos entrenados y, sobre todo, es una temeridad. Lo adecuado es adiestrar al personal necesario e intervenir en los países afectados de África”. Pero esas razones, que la opinión pública no escuchó, se oían a voces en los despachos de las gerencias sanitarias y en las reuniones de trabajo hospitalarias desde el mismo momento que se sospechó que la Moncloa estaba dispuesta a emprender la machada que, al cabo, materializó.
Rajoy y su gobierno desatendieron entonces las opiniones de los profesionales sanitarios y optaron por satisfacer otros intereses ¿por qué? ¿cuáles?. Claro que cuando se conoció la infección de la auxiliar de enfermería Teresa Romero, y esto fue un caos, Rajoy pretendió escabullirse de la repulsa con un “Dejen trabajar a los técnicos”. Ahora, sí. Cuando la noticia en el mundo era que el ébola había llegado a Europa por Madrid, había que darle su sitio a los especialistas.
Pincha aqui para seguir leyendo el blog de Pepe Nevado