Que la socialdemocracia está en crisis es algo que casi nadie pone en duda. Que los pilares que conformaron esa ideología tras separarse de su matriz se encuentran en entredicho, tampoco requiere discusión. La clave es saber quién o quiénes la menean de tal manera que los actores principales, es decir, la ciudadanía, llega a aborrecerla hasta dar pasos más firmes que nunca para su abandono. Francia es el último ejemplo. Si el paradigma para los galos es que el Gobierno español lo está haciendo bien… entonces que se agarren los machos los vecinos del norte.

Nuestro país, con visita de su líder incluida, ha recibido el beneplácito de Alemania a unas políticas que, curiosamente, en la nación germana algo han cambiado en los últimos tiempos debido… a la presión del partido socialdemocráta, socio de Gobierno de Angela Merkel. Se da la circunstancia de que en aquel país Gerhard Schröder (1998-2005) puso en práctica medidas que dieron al traste con las bases del Estado del Bienestar y que luego fueron seguidas por su sucesora.

En España, el Ejecutivo de Rajoy se afana en seguir a pies juntillas los dictados alemanes, hasta el punto de que nuestro presidente se ha convertido en el alumno más aventajado, como en aquel sketch de los geniales Martes y 13 y la parodia del Pequeño Saltamontes. Pero si los franceses nos miran como modelo a seguir… lo dicho. Que se preparen porque ¿Un país como el nuestro con las actuales cifras de paro, déficit, deuda, recortes y corrupción puede ser ejemplo de algo… bueno?

Pero los socialistas franceses están convencidos de que lo que dice Merkel es lo correcto. Y ahí chocan con la realidad de un país y de sus ciudadanos que saben (porque lo han visto en otros antes llamados PIGS) que las recetas de austeridad no funcionan, o lo que es lo mismo: pan para hoy y hambre para mañana. Ya que hablamos de ejemplos, solo uno cotidiano y elemental. A la hora de practicar recortes, en España se ha eliminado casi en su totalidad el arreglo de carreteras. El problema es que estas no se renuevan por generación espontánea. Requieren un mantenimiento continuo que, al no hacerlo, provocarán más accidentes y un coste a medio plazo mucho mayor. Y esto solo para comprender las recetas mágicas de la austeridad.

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