Aparte de los elogios vertidos por el director de La Razón, el periplo de Botella ha estado marcado por la pésima gestión en las tareas de comunicación y negociación política. En primer lugar, la mujer de Aznar no estuvo a la altura en la tragedia del Madrid Arena. No lo estuvo, les decía, porque se mantuvo en las burbujas del spa, mientras cinco adolescentes morían aplastadas en la macrofiesta de su ciudad. En segundo lugar, la señora Botella hizo el ridículo internacional con su pésimo dominio del “inglés” en la ceremonia de la candidatura olímpica de Madrid, celebrado en Argentina. El "relaxing cup of café con leche" ocupó, para espanto de muchos, la séptima posición de las meteduras de pata cometidas por los políticos durante el 2013; ranking publicado por la prestigiosa revista Time. En tercer lugar, Botella no demostró talante negociador en la pasada huelga de basuras. Durante trece días, la capital de España fue portada de los principales rotatorios nacionales e internacionales por la imagen dantesca de sus calles. Calles inundadas de bolsas de basura, peatones con mascarillas y ratas de alcantarilla en búsqueda de comida. Durante trece días, Madrid se convirtió en un mal ejemplo para la atracción turística y el tejido comercial. En cuarto lugar, la deplorable situación del arbolado municipal. En tres meses, dos personas han fallecido aplastadas por sendas caídas de ramas de árboles. Son, precisamente, estas cuatro razones, entre otras, las que explican por qué la "administración eficaz", defendida por Marhuenda, no ha sido aplaudida por las voces demoscópicas.
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