El pasado 4 de septiembre, la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, se dejó fotografiar comiendo fruta, en solidaridad con los afectados por el veto ruso.

Tejerina y los consejeros autonómicos del ramo acababan de celebrar un consejo consultivo sobre el embargo de Rusia, con el fin de preparar la reunión extraordinaria que celebraba al día siguiente en Bruselas de los ministros de Agricultura comunitarios, para ayudar al sector.

De hecho, en la imagen completa se veía también el consejero catalán de agricultura, Josep María Pelegrí, como publicaba la agencia EFE, aunque en la fotografía de El Mundo se hizo un recorte para que sólo saliera la Ministra.

La acción de llevarse a la boca algún alimento para/con objetivos políticos no es nuevo. De hecho, es de vieja escuela. El antecesor de Tejerina, Arias Cañete, lo hacía a menudo en sus visitas a ferias y mercados, aunque sí es la primera vez que lo vemos en el transcurso de una rueda de prensa.

En ocasiones, determinados ‘gestos gastronómicos’ pueden contribuir a apagar una crisis. Así, ante los problemas surgidos con el pepino español, en entredicho por culpa de la bacteria E.coli, nuestros políticos salieron en su defensa enviando un mensaje claro de apoyo y confianza. Para ello, tanto la consejera andaluza de agricultura y pesca, Clara Aguilera, como Mariano Rajoy y sus barones, no dudaron en fotografiarse comiendo esta hortaliza para tranquilizar a la población y mostrar su apoyo al sector agrícola.

El uso de frutas o verduras como poderosa metáfora en política tiene una larga tradición. En 1995, Jacques Chirac sorprendía a sus rivales utilizando una manzana como icono de su candidatura en la primera campaña electoral de las dos presidenciales que disputó. Fruta que también utilizó, años más tarde, Xavier Trias en su precampaña electoral para las elecciones municipales a la alcaldía de Barcelona de 2007.

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