Desde el pasado mes de mayo, y ante el auge espectacular de Podemos en las elecciones europeas, el PP inició la política de atacar a Podemos de forma irracional para que una parte del electorado del PSOE votara a Podemos en venganza a lo que el PP dice, desarmando a su eterno rival electoral; el PSOE. De esta forma, ha realizado encuestas periódicas desde su sede central en Madrid, para dar a conocer el progreso del partido de Pablo Iglesias en intención de voto, olvidándose de que, junto al aumento de Podemos se refleja el descalabro del PP.

Ni con la nueva pretendida ley
El descalabro del PP de Fabra en Valencia es espectacular según sus propias encuestas. No llega al 30% de intención de voto (y partía de una amplia mayoría absoluta en 2011), haciendo imposible que siga en el poder aun suponiendo que se haga realidad la dudosamente constitucional propuesta de Rajoy de que gobierne con mayoría absoluta la lista más votada. No llega al 40% y, por tanto, no tendría el 51% de los escaños. Fabra no gobernaría ni con el apoyo escaso y poco probable de UPyD.

Sin candidato y sin programa
Pero el dato que llama más la atención de la encuesta que maneja la sede central del PP en la calle Génova sobre la intención de voto en Valencia, es el empate técnico entre PSPV y Podemos. Realmente los datos que brinda el PP de Madrid es una pírrica victoria de Podemos sobre PSPV, por lo que convertiría al partido de Iglesias en el segundo más votado en la comunidad. Los analistas del PP consideran que la diferencia entre ambos partidos se encuentra dentro del margen de error de la encuesta; pero están convencidos de que Podemos está por delante de los socialistas tras la “cocina” pertinente.

Grossen coallitionen
Entendiendo que la reforma posible de la ley electoral solamente afectara a ayuntamientos y no a comunidades, las cifras de esta encuesta imposibilitan, incluso, un pacto de las dos grandes fuerzas históricas (PP y PSOE) ya que, ni sumando sus escaños llegarán a la mayoría absoluta. De esta forma, las cabezas pensantes de Génova consiguen que toda posibilidad tenga que pasar por Podemos, convirtiéndola en la máxima representante de la izquierda para égida de socialistas y miedo de votantes del PP. En cualquier caso, la fragmentación de las Corts con cinco partidos es perfectamente extrapolable a los ayuntamientos.