Esperanza Aguirre ya tiene su línea de defensa: el juez la persigue por ser quién es. Esta mañana, sin cortarse un pelo, ha cargado las tintas contra el magistrado Julián Abad Crespo, que firma el auto en el que se considera el incidente como un delito y no la "falta leve" decretada el juez instructor Carlos Valle.

Aguirre apela al victimismo
La lideresa madrileña, a su llegada al Comité Ejecutivo del partido, recurrió al victimismo asegurando que el juez Abad había actuado de una forma bien diferente en un caso anterior "muchísimo más grave" en la que una persona "se negó a identificarse, insultó gravemente a los policías llamándoles 'hijos de puta', se metió en un bar y se escapó". "Yo solamente quiero decir eso, que soy una ciudadana particular y como tal la justicia es la que va a decidir", ha sentenciado. Hablando de ciudadanos particulares, a una mujer que protagonizó una fuga similar a la de Aguirre le cayeron seis meses de cárcel.

El benevolente Valle...
Esperanza Aguirre deberá declarar como imputada ante el juez Carlos Valle, que fue sumamente benevolente con ella al ver sólo una falta leve de desobediencia cuando se dio a la fuga después de ser pillada aparcando indebidamente en el carril bus, en plena Gran Vía madrileña. En su huida se llevó por delante una motocicleta de los agentes que pretendían multarla y protagonizó una persecución por el centro de Madrid que finalizó en su vivienda del barrio de Malasaña.

...un antiguo amigo genovés...
Sin embargo, Esperanza no tiene nada que temer de Valle. Ya falló a su favor y en otras causas genovesas. Recordemos su actuación en el llamado caso Bono. Valle libró a dos militantes del PP de responder ante la justicia por agredir supuestamente al entonces ministro José Bono durante una manifestación de la AVT en 2005. Por si fuera poco, dio la vuelta a la tortilla y acusó a los tres policías que los detuvieron de retención ilegal. Los agentes fueron condenados por los hechos en primera instancia aunque el Tribunal Supremo, dos años después, desmontó la infamia. Eso sí, el PP lo convirtió durante ese tiempo en un argumento recurrente contra el Gobierno para denunciar una supuesta cacería contra un partido democrático.

...azote de las clínicas abortistas
No es la única hazaña de Valle. En noviembre de 1986 protagonizó una macrorredada contra dos centros de planificación familiar, Dator Médica y Duratón, por practicar abortos ilegales que se saldó con la detención de 39 personas. Lo hizo 48 horas antes de que el Ejecutivo firmara el anunciado decreto liberalizador de la aplicación de la ley del aborto y abriera camino a las clínicas privadas. Cinco médicos pasaron más de un mes en prisión hasta que fueron puestos en libertad la víspera de Navidad por decisión del sustituto de Valle, que no vio la alarma social que podría haber justificado el encarcelamiento. José Luis Barragán, el juez sustituto, señaló que el aborto es un problema social que no es en sí mismo causa de alarma social, "o, en todo caso, de no mayor alarma social que la que supone la propia existencia", dice el juez, "de una legislación restrictiva, en contraste con la de los países de nuestro ámbito geográfico y sociopolítico".

¿Una citología, un análisis de sangre?
La persecución de Valle a las clínicas abortistas y, en definitiva, a las mujeres, fue objeto de una artículo muy crítico de Karmentxu Marín publicado en El País en diciembre de 1986. El retrato que hacen de él las mujeres a las que interrogó y a sus abogadas no tiene desperdicio. Las primeras lo definieron como un "joven chulo y guaperas que se pone bravo e íntimida con su aire autosuficiente". Las letradas vieron impresentable, entre otras cosas, que preguntase si una citología es un análisis de sangre y que violase el derecho de intimidad de las mujeres tomándoles declaración de cinco en cinco.